La crisis de los chips y sus raíces ‘trumpianas’
La política comercial de Trump basada en una rabieta hizo un daño real que todavía estamos pagando
¿Cuál es la situación actual de la economía estadounidense? Un rápido resumen podría ser “en expansión, con cuellos de botella”. Y algunos de estos cuellos de botella reflejan el caos provocado por la política comercial de Donald Trump. Dónde nos encontramos ahora: el empleo crece a una tasa no vista desde 1984. Lo mismo pasará probablemente con el PIB, aunque todavía no tenemos cálculos oficiales para el segundo trimestre. Sin embargo, estamos sufriendo escasez de muchos artículos,...
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¿Cuál es la situación actual de la economía estadounidense? Un rápido resumen podría ser “en expansión, con cuellos de botella”. Y algunos de estos cuellos de botella reflejan el caos provocado por la política comercial de Donald Trump. Dónde nos encontramos ahora: el empleo crece a una tasa no vista desde 1984. Lo mismo pasará probablemente con el PIB, aunque todavía no tenemos cálculos oficiales para el segundo trimestre. Sin embargo, estamos sufriendo escasez de muchos artículos, lo cual está suponiendo un problema para la producción en algunas áreas y provocando fuertes subidas de precios en otras.
La escasez se está resolviendo en parte. Por ejemplo, hace dos meses la madera costaba casi el cuádruple que antes de la pandemia. Desde entonces, su precio ha caído más del 50%. Otras trabas, en cambio, parecen más persistentes. El comercio mundial se ve frenado por un suministro inadecuado de contenedores de tamaño normalizado, esas cajas omnipresentes que lo transportan casi todo porque se pueden izar directamente de las cubiertas de los barcos a los vagones de tren y las plataformas de los camiones; y los expertos prevén que la escasez se prolongue hasta finales de este año.
Y hay otro cuello de botella que puede ser un problema incluso mayor que la falta de contenedores: la escasez mundial de chips semiconductores. Como es sabido, hoy en día casi todo contiene chips de silicio. Por eso, un suministro insuficiente de circuitos integrados es un problema no solo para ordenadores y teléfonos inteligentes. Casi todos los bienes duraderos llevan chips, incluidos los electrodomésticos y, lo que es fundamental, los coches.
En consecuencia, la escasez de estos componentes ha tenido amplias y quizá inesperadas ramificaciones. La falta de chips está limitando la producción de automóviles, a raíz de lo cual algunas personas están comprando coches de segunda mano. Y la subida de los precios de los coches de segunda mano contribuye sorprendentemente a la inflación. De hecho, en mayo representó alrededor de un tercio de la subida de los precios al consumo.
Pues bien, ¿cuál es la causa de que nos encontremos ante una escasez de semiconductores? Parte de la respuesta es que la pandemia ha creado un extraño ciclo comercial. Como la gente no podía salir a comer, renovó la cocina, y como no podía ir al gimnasio, compró bicicletas estáticas. Así que, mientras que la demanda de servicios sigue deprimida, la de bienes ha aumentado. Y, como he dicho, prácticamente todos los bienes físicos llevan un chip dentro. Pero, como demuestra Chad Brown, del Instituto Peterson de Economía Internacional, la política comercial de la Administración de Trump empeoró mucho la situación.
Cuando Trump nos llevó a una guerra comercial con China, saltaba a la vista que había muchas cosas en el comercio mundial que él y sus asesores no entendían. Entre otras, no parecían comprender que el comercio moderno consiste no solo en simples intercambios de bienes, sino en complejas cadenas de suministro en las que la producción de un artículo determinado a menudo involucra actividades repartidas por todo el planeta.
Teniendo en cuenta este hecho, la estructura de los aranceles de Trump era, lisa y llanamente, estúpida. Las tarifas aduaneras se centraban principalmente en insumos intermedios como los semiconductores y los bienes de equipo que las empresas estadounidenses necesitan para competir en el mercado mundial. Numerosos estudios han concluido que el resultado fue que, a efectos prácticos, los aranceles redujeron el empleo en el sector manufacturero de Estados Unidos.
Pero la política comercial de Trump no solo estaba mal concebida. También era errática. Nadie sabía a qué productos se aplicarían las nuevas tarifas, ni si las tarifas que había impuesto se mantendrían. Y en la alta tecnología, especialmente en los semiconductores, el expresidente empezó a imponer restricciones a la exportación de nuevo de manera errática.
Como escribí en su momento, el problema no era tanto que Trump se autoproclamara un “hombre de aranceles”, como que lo fuera de una manera caprichosa e impredecible. Y eso dio al traste con la planificación empresarial, especialmente en los semiconductores.
Pensemos en los productores extranjeros que venden en el mercado estadounidense. Estos productores tenían pocos incentivos para aumentar su capacidad, ya que, por lo que sabían, a lo mejor de repente se encontraban con unos aranceles elevados. Pero los productores estadounidenses también tenían pocos incentivos para invertir, ya que, por lo que sabían, a lo mejor la protección arancelaria de la que dependían desaparecía de la noche a la mañana, o se le prohibía inopinadamente vender a mercados exteriores.
Básicamente, las cadenas de suministro internacionales no funcionan muy bien cuando las políticas de una de las economías clave del mundo están gobernadas por los antojos de un líder que saca sus ideas de la televisión por cable. Fíjense en que no estoy siendo un purista del libre comercio. Hay buenos motivos para que una política intervencionista del Gobierno garantice unas cadenas de suministro fiables, y la Administración de Biden está avanzando en esta dirección. Sin embargo, es importante que estas medidas las diseñen personas que entiendan del tema y que las reglas del juego sean lo suficientemente claras para permitir a las empresas planificar.
En otras palabras, necesitamos un estilo de toma de decisiones políticas que sea lo opuesto de lo que teníamos con el Gobierno anterior. Por si sirve de algo, no creo que la mala política sea la causa principal de los cuellos de botella ante los que nos encontramos, ni tampoco que esos cuellos de botella impidan una rápida recuperación económica. Pero la política comercial de Trump basada en la rabieta hizo un daño real, y todavía estamos pagando el precio.
Paul Krugman es premio Nobel de Economía. © The New York Times, 2021. Traducción de News Clips