El nuevo estado de alarma da la puntilla al ocio nocturno, al turismo y la hostelería
Los sectores más afectados, al límite tras meses con una actividad mínima, reclaman ayudas directas para evitar una cascada de cierres
La segunda ola de la pandemia del coronavirus amenaza con llevarse por delante buena parte de la actividad recuperada durante el verano. Desde hace semanas se han impuesto restricciones para controlar los contagios. Y este domingo han tenido como colofón el nuevo estado de alarma que incluye el toque de queda, una limitación a todo movimiento nocturno, excepto para acciones justificadas como trabajar, comprar medicamentos o cuidar a personas dependientes. Esto supone la puntil...
La segunda ola de la pandemia del coronavirus amenaza con llevarse por delante buena parte de la actividad recuperada durante el verano. Desde hace semanas se han impuesto restricciones para controlar los contagios. Y este domingo han tenido como colofón el nuevo estado de alarma que incluye el toque de queda, una limitación a todo movimiento nocturno, excepto para acciones justificadas como trabajar, comprar medicamentos o cuidar a personas dependientes. Esto supone la puntilla para sectores muy castigados como el ocio nocturno, el turismo y la hostelería, que ven como miles de empresas están al borde del abismo.
“La situación es insostenible. Necesitamos un rescate económico y liquidez inmediata para evitar cierres masivos de empresas del sector del ocio nocturno. Si no hay ayudas, desaparecerá el 85%-90% de los 25.000 negocios que había antes de la crisis. Quedará un solar no solo en el ocio, también en nuestros proveedores, restaurantes, comercio y muchos negocios vinculados”, alerta Ramón Mas, presidente de la asociación España de Noche. A este sector, el toque de queda les corta el riego por completo y el horizonte no ofrece una salida rápida, ya que se plantea una prórroga del estado de alarma por seis meses. Es cierto que esto no supone que se mantenga la medida por todo ese tiempo, pero la expectativa es poco halagüeña.
Esta restricción también afecta de forma notoria al transporte. Por ejemplo, los taxis, que tienen en la noche y en los fines de semana una parte importante de su facturación. Sin embargo, al cortar de raíz la movilidad en estas franjas horarias, estos servicios se reducirán drásticamente. Asimismo, las pymes y autónomos también serán de los que más sufrán las consecuencias. “Este estado de alarma es la puntilla para la restauración, ocio, comercio, eventos, el taxi... Hay un millón de autónomos que están en el alambre”, avisa Lorenzo Amor, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA).
Amor destaca la importancia de que lleguen ayudas directas a los negocios más afectados por las nuevas restricciones. Esto es, liquidez, dinero contante y sonante. Si no, la situación de crisis se agravará y se producirá una cascada de cierres de empresas con un efecto sobre el empleo devastador. “La previsión es que se pierdan este año unos 200.000 autónomos y más de 500.000 empleos. Hay que reaccionar a tiempo porque si el escenario empeora será un desastre incalculable”, añade el presidente de ATA, que insiste en que ya no es suficiente con los ERTE, líneas ICO o prestaciones por cese de actividad.
Las reacciones desde la patronal CEOE al estado de alarma son menos ácidas que en otras ocasiones. Creen que era necesario actuar, aunque se mantienen algunas diferencias. “Podemos compartir las medidas, pero no los plazos. ¿Qué se va a hacer en Semana Santa, por ejemplo? Con la prórroga que se pide hasta mayo parece que se da ya por perdida. Debe haber plazos más cortos con revisiones”, ha asegurado este lunes Antonio Garamendi, presidente de CEOE, en el Congreso de la Empresa Familiar, informa Miguel Ángel Noceda. Más crítico ha sido Marc Puig, presidente del Instituto de la Empresa Familiar: “Las medidas no son favorables a la estabilidad empresarial y dejan una situación muy difícil”.
Desde Cepyme, por su parte, consideran que la situación económica empeora y las decisiones no dan estabilidad. “Las expectativas claramente han empeorado porque se alarga el escenario de restricciones en al menos seis meses más. Hace falta certidumbre, anticipación a los posibles escenarios que se puedan dar, y vemos una vez más improvisación”, critica Gerardo Cuerva, presidente de la patronal de la pequeña y mediana empresa.
Restauración y los viajes, en vilo
Los alojamientos turísticos, restauración y el turismo, muy afectados por la crisis desatada por el coronavirus, se ven también golpeados por las nuevas restricciones. No son los peor parados, pero están ya en una situación tan delicada que cualquier pequeño traspié puede ser definitivo. “Las medidas siguen siendo muy arbitrarias porque los Gobiernos no saben cómo parar los rebrotes. Están dando palos de ciego y arruinando a muchas empresas. En la hostelería, si no hay ayudas, habrá más de 100.000 cierres hasta final de año”, afirma José Luis Yzuel, presidente de Hostelería de España.
Uno de los efectos indirectos del estado de alarma es la contracción de la demanda. Entre otras cosas, porque genera incertidumbre y retrasa las decisiones de compra. El sector turístico es uno de los que más sufre esta reducción. “Será un severo correctivo para la economía y para la industria turística”, argumenta José Luis Zoreda, vicepresidente de Exceltur, que añade: “Hay que hilar muy fino ahora y comunicar bien al exterior que España no se cierra hasta mayo”.
Dentro del turismo, uno de los segmentos más golpeados son las agencias de viaje. En este caso, según el presidente de Acave, Martí Sarrate, “el nuevo estado de alarma es la gota que colma el vaso”. Especialmente si las comunidades autónomas limitan la movilidad entre regiones. “Es muy importante que no se restrinja la movilidad entre comunidades, sobre todo ahora con los puentes festivos, Navidad, fin de año, Reyes... Si se hace, apaga y vámonos”, sentencia. Entre las agencias de viajes, antes del coronavirus había 9.500 puntos de venta en España. De estos, el cálculo es que se vayan por el sumidero de la pandemia un tercio.
Ante esta tesitura, hay un denominador común en el que coinciden todos los sectores al límite por la pandemia: es necesario un plan de rescate más agresivo para sostener buena parte del tejido productivo. “Nos queremos reunir con el Gobierno para que nos expliquen cuál es el plan, cuál es la hoja de ruta y para exigir que nos rescaten. No podemos seguir sin ingresos y acumulando deudas. Ya no podemos aguantar más”, reclama Ramón Mas, de España de Noche.
En la misma línea se sitúan las exigencias de Lorenzo Amor, de ATA: “Hemos propuesto un decálogo de 10 medidas para evitar el desastre. Ya sabemos las medidas del Gobierno y las comunidades autónomas, pero esto tiene que venir acompañado de un plan económico real”. Es decir, las empresas están al límite y no les sirven más cuidados paliativos.
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