El verano más negro del turismo
Las patronales empeoran sus previsiones: el sector perderá más de 83.000 millones este trimestre y las aerolíneas difícilmente transportarán este agosto a la mitad de viajeros que hace un año
Malísimo, dramático, catastrófico… cuesta encontrar un adjetivo positivo al preguntar por la actual coyuntura turística. El sector lleva meses en cuidados intensivos y los últimos reveses de Europa han disipado el sueño de que, al menos, el verano estabilizase su evolución. Las patronales calculan que sus previsiones hasta ahora, que apuntaban a unas pérdidas totales de 40.000 millones en el segundo semestre y a una caída de pasajeros aéreos del 50% en agosto, empeorarán. Eso ll...
Malísimo, dramático, catastrófico… cuesta encontrar un adjetivo positivo al preguntar por la actual coyuntura turística. El sector lleva meses en cuidados intensivos y los últimos reveses de Europa han disipado el sueño de que, al menos, el verano estabilizase su evolución. Las patronales calculan que sus previsiones hasta ahora, que apuntaban a unas pérdidas totales de 40.000 millones en el segundo semestre y a una caída de pasajeros aéreos del 50% en agosto, empeorarán. Eso llevará las pérdidas de 2020 por encima de los 83.000 millones que calculó Exceltur, más de la mitad de la aportación del sector a la economía española. Y los empresarios también alertan de que perder el verano es mucho más que perder tres meses del año. Avisan de que a final de año peligran 750.000 empleos.
“Es el verano más catastrófico de los últimos 50 años”, apunta sin paños calientes José Luis Zoreda. El vicepresidente de Exceltur describe una “preocupación enorme” entre los máximos dirigentes de la treintena de empresas que agrupa ese lobby turístico porque, explica, “no habían visto nada parecido”. “Se nos antoja muy difícil hablar de un agosto malo: debemos ser realistas y esperar un mes muy malo”, corrobora Jorge Marichal, presidente de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (Cehat).
El pesimismo empresarial se justifica al oír el diagnóstico del profesor de Economía Aplicada Juan Ignacio Pulido: “Estamos ante el verano más difícil del turismo español en su historia. Hemos tenido otras épocas complicadas, como la crisis de 2008 y 2009, el 11 de septiembre o el SARS en 2003; pero la caída de flujos turísticos no tiene parangón”, relata el también director del Laboratorio de Análisis e Innovación Turística de la Universidad de Jaén.
El INE ofrecerá la próxima semana las cifras de visitantes y gasto del primer semestre, pero los datos ya conocidos de ocupación dan pistas. Hoteles, apartamentos, cámpines y establecimientos rurales suman 60 millones de pernoctaciones de enero a junio, casi un 70% menos que en los seis primeros meses de 2019 (ver el gráfico). Y los datos de 2009 —el año de la Gran Recesión que más cayó el PIB— ya multiplicaban a esas alturas del año por casi 2,5 los del presente ejercicio.
En los aeropuertos la cosa no fue mejor. Los 43,5 millones de viajeros que han pasado por la red de Aena en el primer semestre son un 66% menos que un año atrás. Y un 50% menos que en 2009, un año que marcó una inflexión en el turismo español porque desde entonces ha batido sus marcas año tras año... hasta 2020.
Las malas cifras de junio se daban por descontadas por el estado de alarma, vigente del 14 de marzo al 21 de junio. Luego la apertura de fronteras con Europa abrió también una pequeña esperanza. Pero en julio el avance ha sido tímido. “Lo que está ocurriendo es que la recuperación está siendo muy lenta”, indica Javier Gándara, presidente de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA).
La patronal de las aerolíneas calcula que el mes pasado hubo un 40% de los vuelos operados un año antes. Es un salto frente al 5% en meses previos, pero las naves iban más vacías: transportaron a una quinta parte de los pasajeros de julio de 2019. Y las previsiones de agosto han saltado por los aires. “Se esperaba mejorar y llegar al 50%, pero las dos decisiones del Gobierno británico [la cuarentena a viajeros procedentes de España y la recomendación de no viajar al país] van a hacer que la recuperación sea todavía más lenta”.
Con el Reino Unido como principal mercado emisor —uno de cada cinco turistas que visitaron España en 2019 era británico—, en el sector hay unanimidad en que las medidas del Ejecutivo de Boris Johnson son “la puntilla” al verano. Así lo califica Zoreda, quien recuerda que también Alemania o Francia han lanzado mensajes “disuasorios” para visitar España.
“No sabemos qué impacto tendrá esto en las próximas semanas”, apunta el vicepresidente de Exceltur, aunque está claro que, “en el Mediterráneo, de ninguna manera el turismo español puede compensar la caída del extranjero”. La asociación revisará sus previsiones de 40.000 millones de pérdidas en la segunda mitad del año, tras 43.000 millones ya perdidos en la primera. “No hemos reevaluado el impacto, pero va a ser mayor”, señala.
Dinamizador económico
El pronóstico señala que España dejará de ingresar en 2020 más de la mitad de lo que le podría aportar el turismo (153.000 millones en 2018, un 12,3% del PIB, según el INE). “Por cada euro que gasta un turista, la economía española produce 1,97 euros para satisfacer esa demanda”, indica Pulido. Ese “efecto multiplicador” lo convierte en un “sector absolutamente estratégico” para el profesor de la Universidad de Jaén o, como prefieren describirlo en Exceltur, en “un cúmulo de cadena de valor” que incluye a incontables proveedores de todo tipo.
El resultado son miles de empresas, de todos los tamaños, luchando por no quebrar. “A corto plazo lo que hay que hacer es garantizar la supervivencia de las compañías y eso pasa por garantizar liquidez”, valora Gándara. Pero el presidente de ALA destaca el problema que supone una temporada alta en blanco. “En verano es normalmente cuando ganamos dinero, y perdemos en invierno”, indica. Y eso en las aerolíneas, que trabajan todo el año. Otros negocios no reabrirán hasta abril de 2021 cuando pase el verano.
La estacionalidad convierte la temporada más que nunca en una cuenta atrás; y las ayudas aprobadas por el Gobierno, en una espada de Damocles para muchas empresas. “No es cuestión de recibir más créditos para respaldar una actividad que no se ha producido”, cree Zoreda, “lo que no vende un hotel o un restaurante no se recupera”. Gándara dice que a las aerolíneas les preocupa “tener que empezar a devolver créditos y que la demanda no se haya recuperado”. EL PAÍS ha intentado recabar, sin éxito, la opinión del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo para este artículo.
El sector pide un plan más ambicioso y mira a los fondos de la UE. Exceltur pide para el turismo 30.000 millones de los 140.000 millones que recibirá España, “con lo mismo que Sánchez ha pedido a Europa: la mayor proporción posible de transferencias a fondo perdido”. La otra gran reivindicación es prorrogar los despidos temporales más allá de septiembre. “Necesitamos ERTE flexibles; poder meter o sacar personal por circunstancias que se pueden dar de un día para otro”, dice Marichal, de Cehat. Exceltur calcula que hay 750.000 empleos en riesgo en el último trimestre.
El profesor Pulido recuerda que la ayuda europea es “condicionada” y ve necesario favorecer “la innovación y la sostenibilidad”. Pide examinar y mejorar algunos fallos del modelo, como la poca calidad de parte del empleo o la masificación: “A lo mejor es el momento de que desde fuera nos digan que hagamos los deberes”.
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