La fiesta no para... y ya paga impuestos

Los 4.000 festejos populares que celebra Galicia dejan atrás la jungla fiscal y laboral tras la caída de 'Lito', el rey de las verbenas condenado por fraude

La orquesta París de Noia durante una actuación el pasado 25 de abril en Noia (A Coruña). En vídeo: Videoclip de la orquesta París de Noia.Vídeo: OSCAR CORRAL | YOUTUBE

Nunca imaginó Manuel Mirás que aquellas fiestas patronales que él amenizaba desde un palco estático, sin luces y tocando “a puro pulmón” acabarían pareciendo una gala eurovisiva. El hoy alcalde de Oroso (A Coruña) hizo sus pinitos hace 30 años como batería de una orquesta: “En Galicia hay 20 o 30 formaciones que montan espectáculos como si fueran estrellas mundiales. Tocar tocan poco, porque va casi todo enlatado, pero lo que hacen es impresionante”. El negocio de 50 millones de euros anuales que mueven las verbenas gallegas nació de los modestos...

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Nunca imaginó Manuel Mirás que aquellas fiestas patronales que él amenizaba desde un palco estático, sin luces y tocando “a puro pulmón” acabarían pareciendo una gala eurovisiva. El hoy alcalde de Oroso (A Coruña) hizo sus pinitos hace 30 años como batería de una orquesta: “En Galicia hay 20 o 30 formaciones que montan espectáculos como si fueran estrellas mundiales. Tocar tocan poco, porque va casi todo enlatado, pero lo que hacen es impresionante”. El negocio de 50 millones de euros anuales que mueven las verbenas gallegas nació de los modestos donativos que las comisiones de fiestas de las aldeas recogían puerta a puerta. Y creció durante décadas en una jungla fiscal y laboral que lleva cinco años regularizándose a golpe de inspecciones y normativas.

Todo empezó con la caída del rey. Ángel Martínez, Lito, levantó un imperio con orquestas de masas como Panorama o París de Noia, que atraían a decenas de miles de personas a los campos de la fiesta de pequeñas aldeas que lo daban todo para pagar su abultado caché. El controvertido empresario acaparaba una buena parte del negocio hasta que una macroinvestigación de Hacienda por fraude fiscal, que de momento le ha traído una condena de 12 años de cárcel y una absolución, lo destronó de la mañana a la noche. Con el final de Lito el sector, que según fuentes de la Agencia Tributaria funcionaba hasta entonces en un 90% de forma sumergida, se vio inundado por una ola de cambios.

“No había regulación ninguna, pasamos de la nada al todo”, resume Eva Vales, abogada de la Asociación Galega de Orquestras, mayoritaria en esa constelación de 300 bandas que animan las 4.000 romerías que celebra Galicia cada año. La investigación fiscal a las principales orquestas destapó un polémico funcionamiento. Lo habitual hasta el estallido del caso Lito era que fueran las comisiones de fiestas quienes dieran de alta a los artistas de las orquestas, ya que están no estaban constituidas como sociedades sino como agencias de representación, explica Vales. Ahora las formaciones ya son empresas, pagan sus impuestos y tienen contratados a los artistas.

Fuentes de la Agencia Tributaria cifran en 46 millones de euros el dinero regularizado en el sector desde 2013, 22 de ellos por la vía penal. En estos cinco años, Hacienda realizó inspecciones a más de 120 personas físicas y jurídicas y envió 1.500 cartas de aviso a comisiones de fiestas, orquestas, representantes y artistas. Y entre 2013 y 2017, tanto el volumen de operaciones sujetas a IVA en el sector como los ingresos por este impuesto suponen más del doble que en periodos anteriores.

Las 6.000 comisiones de fiestas que funcionan en Galicia ya no se pueden permitir un despiste con las facturas. “La gente mayor pensaba que tanto control y papeleo acabaría con las fiestas. ‘¡Para qué se meten!’, decían. Pero no es así, la fiesta sigue y sin ningún problema”, apunta David Díaz, que ha sido miembro del comité organizador de los festejos patronales de O Val (Narón) durante tres años.

La orquesta París de Noia durante un momento de la actuaciónOSCAR CORRAL

Antes, cuando eran estas agrupaciones de vecinos las que remuneraban a los músicos y cantantes de las orquestas, los trabajadores llegaban a acumular en un año 150 contratos y 150 pagadores. Desde el año pasado, el sector de las verbenas tiene en Galicia un convenio colectivo propio, firmado por cuatro sindicatos y la Asociación Galega de Orquestras (AGO), la mayoritaria de los dos colectivos empresariales que existen. “Las mejoras para los trabajadores son brutales”, afirma Eva Vales, abogada de AGO, sobre una industria que da empleo a más de 5.000 personas en Galicia. “Ahora una embarazada tiene derechos, antes al día siguiente ya no la contrataban”.

Discordia sobre el salario mínimo

La otra asociación de orquestas, la Asociación de Empresarios da Verbena Galega, se desmarcó de este convenio porque lo considera inviable. “Las tablas salariales son superiores a las de un ingeniero. Es imposible de cumplir y, de hecho, no lo está cumpliendo nadie”, asegura Pablo Franco, abogado especializado en el sector, sobre un pacto que fija un sueldo mínimo, dice, de 1.600 euros para un sector en el que, según él, “solo ganan dinero cuatro orquestas” y donde “lo razonable” es que los artistas “sean mileuristas”. “Un año después de haberse aprobado, unas 30 orquestas ya han optado por el descuelgue salarial o por tener un convenio colectivo de empresa”, añade Franco, quien aboga por “optimizar fiscalmente” las retribuciones. “Las orquestas están tendiendo a pagar bases de cotización más bajas y luego abonan dietas, kilometrajes y pluses como los de vestuario”.

La Asociación Galega de Orquestras asegura que se están produciendo descuelgues salariales “ilegales” y señala que actualmente ya está negociando una rebaja del salario mínimo fijado en el convenio para facilitar su cumplimiento a las empresas, inmersas “en demasiados cambios en poco tiempo”. Este colectivo empresarial defiende las mejoras laborales que recoge el documento. “Las empresas de este sector tienen que reestructurarse. Si el trabajador está contento, ellas funcionarán mejor”, subraya Eva Vales.

En el verano que se acerca las verbenas estrenarán una nueva norma, la ley gallega de espectáculos públicos, que pretende garantizar la seguridad. En los bailes con macroorquestas los organizadores deben financiar un plan de autoprotección y un supervisor que vigile su cumplimiento. La Federación Galega de Municipios e Provincias aboga porque en las romerías donde se juntan como mucho medio millar de personas “los Ayuntamientos sean flexibles” y ayuden a las comisiones de vecinos a cumplir la norma para “proteger la tradición”, señala Manuel Mirás, alcalde de Oroso y vicepresidente de la entidad. Pero en las fiestas amenizadas con grandes formaciones que atraen a miles de fans deben ser implacables. “Si la comisión de fiestas tiene dinero para pagar 23.000 euros a la orquesta, tiene que tener también los entre 700 y 1.500 euros que cuesta el plan de autoprotección y el supervisor”, sostiene Mirás.

“Hay técnicos municipales que están interpretando la norma según su interés: te exigen un proyecto y te recomiendan hacerlo en un determinado despacho”, alerta la abogada de la Asociación Galega de Orquestras. “Se están pidiendo cuestiones que son para un Madrid Arena, no para una verbena popular”.

18 años de trabajo, ocho de cotización

“Aquí rico no te haces y es muy sufrido: pierdes todas las fiestas, los fines de semana y hasta la luz del día. Te tiene que gustar mucho la música para dedicarte a esto”. Lo cuenta la cantante de una de las 300 orquestas que recorren Galicia todo el año y que acumula 18 años sobre los escenarios. Prefiere no revelar su identidad, pero ilustra las injusticias que todavía arrastra el mundo de la verbena popular con un dato de su vida laboral: tras casi dos décadas trabajando, solo acumula entre siete y ocho años de cotización. En el sector los sueldos son muy dispares, afirma, y hay bandas que solo actúan en verano y en las que sus artistas están condenados al eterno pluriempleo. “Aún queda mucho que avanzar”, advierte, “necesitamos ante todo una Seguridad Social digna”.

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