El consumo y la inversión impulsan un PIB lastrado por el sector exterior

El riesgo de deflación crece tras encadenar el IPC dos meses en negativo

La economía española va consolidando los síntomas de mejoría. El Producto Interior Bruto (PIB) avanzó un 0,6% durante el segundo trimestre del año, que se traduce en un crecimiento del 1,2% a ritmo anual, según confirmó el jueves el Instituto Nacional de Estadística (INE). De esta forma, la actividad económica encadena cuatro trimestres en positivo y sitúa a España en la senda de una recuperación que aún se antoja larga.

Un vistazo a la composición del PIB permite vislumbrar cómo la economía está tomando velocidad graci...

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La economía española va consolidando los síntomas de mejoría. El Producto Interior Bruto (PIB) avanzó un 0,6% durante el segundo trimestre del año, que se traduce en un crecimiento del 1,2% a ritmo anual, según confirmó el jueves el Instituto Nacional de Estadística (INE). De esta forma, la actividad económica encadena cuatro trimestres en positivo y sitúa a España en la senda de una recuperación que aún se antoja larga.

Un vistazo a la composición del PIB permite vislumbrar cómo la economía está tomando velocidad gracias a la fortaleza de la demanda interna, en especial del consumo privado, y de la inversión.

El gasto de las familas crece un 0,7% respecto al primer trimestre

El gasto de los hogares avanzó entre abril y junio a un ritmo del 0,7%, la mayor subida desde principios de 2010 y encadena cinco trimestres al alza. Esto evidencia una incipiente recuperación de la actividad doméstica. El consumo público está prácticamente estancado (sube un tímido 0,1%) en el segundo trimestre a la espera de un aumento más vigoroso en los próximos trimestres conforme se vaya aproximando el periodo electoral. Además, en el segundo trimestre se esfuma el efecto estadístico de los dos trimestres anteriores que afectaba al sector público.

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La coyuntura también refleja una recuperación de la inversión en construcción (crece un 0,9% en el trimestre) y en bienes de equipo (más 2% respecto al trimestre anterior), lo que eleva la evolución anual de la Formación Bruta de Capital (FBC) a los niveles de 2007, justo antes del estallido de la Gran Crisis.

Pero el escrutinio del PIB también deja algunos nubarrones en el horizonte. El sector exterior, que hasta ahora venía siendo el único motor que tiraba de la economía española, se ha enfriado, ha bajado las revoluciones, y resta siete décimas al crecimiento. La combinación del resfriado en el corazón de Europa —el PIB de Francia, Alemania e Italia ha retrocedido durante el segundo semestre— con el renovado impulso de la demanda interna tiñe a rojo el saldo exterior. Está por ver si los malos guarismos económicos de los países de nuestro entorno son el síntoma de una gripe estival o esconden el inicio de otra patología en la actividad económica, lo que afectaría sin duda a las exportaciones de mercancías.

Construcción y bienes de equipo ya contribuyen al crecimiento

El sector exterior parece contagiado de esos síntomas: la demanda externa acumula dos trimestres consecutivos lastrando el crecimiento y pone en entredicho la revisión del PIB anunciada por el Gobierno para este otoño. En cualquier caso, entre abril y junio las exportaciones recuperan algo de fuerza respecto al trimestre anterior (suben un 1,3%) aunque las importaciones aceleran hasta el 1,5% lo que deja el saldo exterior en números rojos.

El empleo muestra cierta recuperación pero se reduce la jornada laboral

El empleo también muestra una evolución favorable. En el segundo trimestre la economía española creó 96.500 empleos equivalentes a tiempo completo, lo que supone un avance del 0,5% respecto al trimestre anterior impulsado por el empleo del sector privado pese a la congelación del empleo público. No obstante, se reduce la jornada laboral.

Los precios caen en agosto por la rebaja de los carburantes respecto a 2013

Por otra parte, la inflación sigue dejando muestras de la atonía de la actividad al encadenar dos meses seguidos en números rojos. El IPC de agosto retrocedió un 0,5% por la bajada del precio de los combustibles y acrecienta las dudas sobre el peligro de la deflación. En este escenario toman fuerza las palabras del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, del pasado viernes cuando aseguró en la reunión de banqueros centrales celebrada en Jackson Hole (Estados Unidos) que está dispuesto a adoptar más medidas para frenar esta situación.

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