Editorial:

La vacuna es posible

La primera vacuna que previene el contagio del sida es una magnífica noticia, aunque no aún para la medicina, porque faltan varios años de investigación y discusión internacional para que el avance llegue a la práctica clínica. La vacuna actual sólo reduce un 30% el riesgo de contagio; está diseñada contra las cepas virales más comunes en Tailandia, que es donde se ha probado, y podría no funcionar en África; y su producción en masa requiere construir plantas farmacéuticas y otras inversiones imposibles de planificar con los datos disponibles.

La vacuna es puramente preventiva y no serv...

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La primera vacuna que previene el contagio del sida es una magnífica noticia, aunque no aún para la medicina, porque faltan varios años de investigación y discusión internacional para que el avance llegue a la práctica clínica. La vacuna actual sólo reduce un 30% el riesgo de contagio; está diseñada contra las cepas virales más comunes en Tailandia, que es donde se ha probado, y podría no funcionar en África; y su producción en masa requiere construir plantas farmacéuticas y otras inversiones imposibles de planificar con los datos disponibles.

La vacuna es puramente preventiva y no serviría como tratamiento en las personas ya infectadas. Éste es "el dato más fundamental que ha salido del ensayo tailandés", según el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE UU. La propia Sanofi, una de las fabricantes, descartó ayer presentar esta vacuna a licencia, al menos antes de "varios años". La buena noticia es para la investigación, porque muchos expertos y gestores pensaban hasta ayer que una vacuna preventiva contra el VIH no era un objetivo meramente difícil, sino llanamente imposible, y 20 años de fracasos acudían en su aval. El resultado del ensayo tailandés, con ser modesto, demuestra lo contrario, y es seguro que volverá a poner la vacuna en el punto focal de los científicos y la industria: ahora saben adónde apuntar los dardos, y es más fácil mejorar un resultado modesto que obtenerlo de la nada.

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Durante los años de investigación que quedan por delante hay un montón de trabajo político que hacer. El mayor obstáculo para una vacuna eficaz seguirá presente cuando exista el fármaco: que los países africanos y asiáticos más afectados carecen de las mínimas infraestructuras para distribuirla. Éste es un problema fundamental que no puede resolver ningún laboratorio. Requerirá inteligencia política no ya resolverlo, sino demostrar que no es imposible hacerlo.

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