Análisis:ANÁLISIS

¿Libertad para ser madres?

A estas alturas, en pleno siglo XXI, las mujeres no tenemos libertad para ser madres. Muchos que lean esta aseveración la rebatirán alegando que este debate ya se abrió en los años 60 y quedó resuelto. Parece que los hombres y mujeres decidimos, desde hace mucho, cómo, cuándo y de qué forma queremos ser padres o madres. Sin embargo, la realidad nos dice que esto no es así. Numerosos informes nacionales e internacionales señalan que nuestro país está fallando en el "antes" y en el "después".

En el antes, porque estamos soportando cifras de embarazos imprevistos, sobre todo entre adolesce...

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A estas alturas, en pleno siglo XXI, las mujeres no tenemos libertad para ser madres. Muchos que lean esta aseveración la rebatirán alegando que este debate ya se abrió en los años 60 y quedó resuelto. Parece que los hombres y mujeres decidimos, desde hace mucho, cómo, cuándo y de qué forma queremos ser padres o madres. Sin embargo, la realidad nos dice que esto no es así. Numerosos informes nacionales e internacionales señalan que nuestro país está fallando en el "antes" y en el "después".

En el antes, porque estamos soportando cifras de embarazos imprevistos, sobre todo entre adolescentes, que demuestran un fracaso del Gobierno en las políticas de formación, información y prevención verdaderamente notable. En el "después", porque muchos de esos embarazos llegarían a buen término si aquellas mujeres, jóvenes y menos jóvenes, que se enfrentan en ocasiones a importantes dificultades y presiones en su entorno laboral, familiar y social, encontrasen suficientes medidas de apoyo desde la Administración, que les permitiesen compatibilizar el derecho que tiene una mujer a ser madre con desarrollar su vida personal y profesional. Algo se está haciendo mal cuando existe una contradicción permanente entre las sucesivas estadísticas. España tiene una de las tasas de natalidad más bajas de la Unión Europea, 1,36 hijos por mujer. En nuestro país, el 90% de los hombres con hijos tiene acceso al mercado laboral, mientras que en el caso de las mujeres con hijos tan solo es el 40%. Si hablamos de mujeres sin hijos esta tasa se incrementa al 61%.

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Son las mujeres quienes soportan mayoritariamente presiones en su entorno laboral ante la realidad de ser madres, el llamado mobbing maternal y quienes ven limitadas sus posibilidades de ascenso cuando tienen hijos. No obstante, cuando a muchas de esas mujeres, presionadas laboralmente y en ocasiones abandonadas por su familia o su pareja, se les ofrece alternativas, siguen adelante con su embarazo. Tres de cada cuatro. Una cifra que nos debe hacer reflexionar si no es más progresista que apoyemos la libertad de la mujer que quiere ser madre -como ya se está haciendo con medidas económicas y sociales en la comunidad valenciana- a que ofrezcamos como alternativa el aborto, como pretende el Gobierno socialista.

Sandra Moneo es portavoz de Igualdad del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso

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