J. J. Cale, el 'bluesman' de retaguardia

Si hacemos caso a aquella pintada en el metro de Londres que nominaba a Eric Clapton nada menos que como Dios, su compadre y maestro norteamericano J. J. Cale debería tener un cargo superior en el Olimpo. Pero no. A sus 71 años, Cale acaba de subir a un autobús para hacer una gira por EE UU para presentar su nuevo disco Roll On mientras se ríe del paso del tiempo. "Lo de la pintada ocurrió hace mucho", dice por teléfono. "No creo que Eric sea Dios, ni siquiera él lo cree. Yo no soy mejor que él. Tampoco peor".

Clapton siente devoción por Cale. No sólo porque el mentor le regalase...

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Si hacemos caso a aquella pintada en el metro de Londres que nominaba a Eric Clapton nada menos que como Dios, su compadre y maestro norteamericano J. J. Cale debería tener un cargo superior en el Olimpo. Pero no. A sus 71 años, Cale acaba de subir a un autobús para hacer una gira por EE UU para presentar su nuevo disco Roll On mientras se ríe del paso del tiempo. "Lo de la pintada ocurrió hace mucho", dice por teléfono. "No creo que Eric sea Dios, ni siquiera él lo cree. Yo no soy mejor que él. Tampoco peor".

Clapton siente devoción por Cale. No sólo porque el mentor le regalase las dos canciones que le impulsaron a la fama -Cocaine y After midnight-, sino también por la silenciosa defensa que Cale ha hecho siempre del rock tradicional con raíces del blues. Nacido en Tulsa (EE UU), Cale vive semirretirado en un rancho en Escondido (California). Allí ha compuesto y grabado a su aire 13 nuevas canciones de rock polvoriento y blues profundo de perezosa cadencia. Unas composiciones que poco tienen que envidiar a sus mejores trabajos, incluso en su discreto éxito. Cale quería fortuna pero prefería que otros se llevasen la fama. "No soy un bicho raro. Mi vida es como la de otra mucha gente", asegura con voz de tipo corriente. "Voy al super, veo la tele, y cuando me apetece escribo canciones. Hasta tengo Internet". Toda una rareza para un tipo que en los años setenta vivía aislado sin necesidad de "un maldito" teléfono. De aquella época es una entrevista en la que proclamaba orgulloso su ostracismo voluntario. "Prefiero grabar las canciones mal, para incitar a que otros las vuelvan a grabar y llevarme así la pasta", decía entonces.

Sigue apartado por decisión propia de la primera línea de fuego 40 años después. "Soy compositor. Mi trabajo es escribir canciones y para eso no necesito la fama. Tampoco me interesa todo lo que rodea al negocio musical", continúa. "Procuro no convertirme en un personaje".

De sus canciones clásicas destaca Cocaine, reconvertida en malinterpretado himno drogata por Clapton. "El autor de Cocaine nunca la probó", dice Cale refiriéndose a sí mismo. "A veces escribo sobre fantasía, a veces sobre la realidad. Algunas cosas me han pasado a mí, pero no es el caso. La escribí con lo que me contaron algunos amigos".

Lo último que sabíamos de él hasta Roll On era el premiado Road to Escondido, de 2006, grabado a medias con Dios, es decir, Clapton. "Estuvimos mucho tiempo juntos hablando sobre los viejos tiempo", recuerda. "Por fin se atrevió a preguntarme si me habían gustado sus versiones de mis canciones. Le dije que sí, porque es verdad".

El músico J. J. Cale.
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