El Dos de Mayo: los descendientes

Un obelisco guarda en el Prado cenizas de héroes de 1808

El Obelisco de la plaza de la Lealtad se yergue hasta 29 metros de altura en el paseo del Prado, cuya axialidad señeramente define. Proyectado por Isidoro González Velázquez a partir de una iniciativa presentada en 1808 a la Academia de Bellas Artes de San Fernando por Wenceslao Argumosa, que aportó 20 doblones de oro para premiar al proyecto ganador, el monumento se concebía como homenaje imperecedero a quienes en ese mismo paraje, junto al paseo del Prado, fueron pasados por las armas por su arrojo contra las tropas de Napoleón, en mayo de 1808.

Una urna cineraria de altura y anchura ...

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El Obelisco de la plaza de la Lealtad se yergue hasta 29 metros de altura en el paseo del Prado, cuya axialidad señeramente define. Proyectado por Isidoro González Velázquez a partir de una iniciativa presentada en 1808 a la Academia de Bellas Artes de San Fernando por Wenceslao Argumosa, que aportó 20 doblones de oro para premiar al proyecto ganador, el monumento se concebía como homenaje imperecedero a quienes en ese mismo paraje, junto al paseo del Prado, fueron pasados por las armas por su arrojo contra las tropas de Napoleón, en mayo de 1808.

Una urna cineraria de altura y anchura semejantes, contiene hoy los restos de los capitanes Velarde y Daoiz, del teniente Ruiz y otros patriotas.

Los cimientos plasmaron la pugna entre absolutistas y liberales

En 1821, hasta 477 madrileños y forasteros, muchos de ellos parientes de las víctimas del Dos de Mayo, se ofrecieron gratuitamente a zanjar la zona y cimentar el obelisco, que tardaría 30 años en ser alzado.

Junto a la primera piedra fueron depositados: un ejemplar de la Constitución liberal de 1812, conocida como La Pepa, en urna de cristal; una lista de diputados a Cortes; otra de cargos municipales; periódicos del día, así como medallas y monedas españolas -desde un real hasta un duro-, más los textos de los decretos de 1811 y 1814 en los que se propuso el monumento.

Consumado el llamado Trienio Liberal, que alumbró el nacimiento del Obelisco, el Ayuntamiento absolutista acordó en junio de 1823 extraer de los cimientos la caja de cristal con las medallas y documentos inicialmente depositados. En lugar de los objetos introducidos antes, en los cimientos se depositaron otros sobre la boda de Fernando VII con María Amalia de Sajonia, más una copia del acuerdo del Congreso de Verona entre Francia, Austria, Prusia y Rusia, de corte reaccionario.

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No obstante, en 1838, con una relación de fuerzas favorable a los progresistas, el Ayuntamiento decidió adentrar en el sarcófago de la primera piedra un ejemplar de la Constitución de 1837; la ley Electoral; una Guía de Forasteros y litigantes; la nómina de concejales del Consistorio; ejemplares de los periódicos del día y monedas.

El 23 de noviembre de 1985, el Rey zanjó la polémica histórica al inaugurar una llama votiva bajo el Obelisco que evocara a todos los caídos que dieron su vida por España. El proyecto, que recobró el conjunto monumental, fue ideado por el arquitecto Joaquín Roldán. Bajo el terrizo, un canal de gas alimenta la llama desde entonces.

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