La demanda de ayuda social crecerá en Barcelona del 3% al 10% en cinco años

Pobreza, precariedad laboral y envejecimiento, entre las causas del incremento

"No puedo más. Cuando llegue a casa le mato", estalla una mujer en el despacho de una educadora social en el centro de la Taxonera. Víctima de malos tratos, ha acudido al centro en busca de ayuda. La emergencia acaba con la presencia de una ambulancia y de los Mossos. La mujer, inmigrante, es una de las usuarias del centro de servicios sociales de la Taxonera, que en 2007 atendió a algo más de un millar de personas, aproximadamente el 3,5% de la población del barrio de Vall d'Hebron.

Un porcentaje parecido al de la media de la ciudad y que se disparará al 10% en los próximos cinco años ...

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"No puedo más. Cuando llegue a casa le mato", estalla una mujer en el despacho de una educadora social en el centro de la Taxonera. Víctima de malos tratos, ha acudido al centro en busca de ayuda. La emergencia acaba con la presencia de una ambulancia y de los Mossos. La mujer, inmigrante, es una de las usuarias del centro de servicios sociales de la Taxonera, que en 2007 atendió a algo más de un millar de personas, aproximadamente el 3,5% de la población del barrio de Vall d'Hebron.

Los 40.000 usuarios de la red social serán 160.000 dentro de unos años
El 64% de las personas que acuden a los centros son mujeres

Un porcentaje parecido al de la media de la ciudad y que se disparará al 10% en los próximos cinco años por efecto de la Ley de Dependencia y la Ley de Servicios Sociales de la Generalitat. Si ahora el conjunto de los usuarios de los 34 centros sociales de Barcelona oscila entre 40.000 y 50.000 personas, en 2012 se apunta que serán 150.000 o 160.000. Todo un reto, porque las necesidades de la población cada vez son mayores.

El efecto de la pobreza, de la precariedad laboral, de la discriminación de la mujer, de los hogares monoparentales y del envejecimiento de la población salta a la vista en una mañana de visita al centro de la Taxonera. En este caso, las estadísticas se aproximan a la realidad y en esas oficinas -es centro cívico del barrio con dependencias compartidas para los servicios sociales- el desfile de mujeres es constante. Las estadísticas dicen que el 64% de los usuarios son mujeres.

Una es Francisca. Sale de las oficinas con un mazo de impresos después de intentar no perder el hilo de todas las explicaciones que le da la informadora: "Por papeles no será", ironiza. Su historia es la siguiente: tiene una tía de 89 años que hasta ahora vivía sola. "No tiene hijos ni más familia. Sólo yo", dice. Y ahora ya no está en condiciones de seguir en soledad. "Ella tiene una pensión y he venido por lo de la Ley de Dependencia. A ver si me ayudan a buscar un centro para que la cuiden porque yo no puedo".

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Un rato antes ha salido del mismo despachito Núria. "Tengo 59 años y es la segunda vez que vengo a tramitar el PIRMI [la renta mínima de inserción, que es de 385 euros al mes] mientras consigo trabajo". Su historia podría ser parecida a la de muchas mujeres de esa generación. Se casó y dejó de trabajar (era auxiliar geriátrica) al tener hijos. La vuelta, casi en la cincuentena, fue difícil. Trabajó unos cuantos años y ahora vuelve a estar en aprietos económicos. De ahí que solicite el PIRMI.

Las ayudas domiciliarias (trabajadoras sociales que se desplazan a los pisos a ayudar a las personas mayores que mantienen cierta independencia), las solicitudes de teleasistencia (alarmas para mayores de 65 años que viven solos), las becas de comedor, las ayudas para pagar el alquiler, actividades dirigidas a niños por la tarde (para los que pasan muchas horas solos en casa y necesitan refuerzo para los deberes escolares), atención a la adolescencia, tramitación de las ayudas de la Ley de Dependencia y muchos más son los asuntos que ocupan a los trabajadores de los centros sociales. En el de la Taxonera los servicios que más se requieren son ayudas económicas (el 40%), asistencia social (29%) y soporte a problemas derivados de salud mental (24%). La proporción de la población inmigrada que se atiende es del 25%.

Las formas de llegar son diversas. Frecuentemente por la red de asistentes sociales que perciben los problemas. También por los centros de salud. A veces es la Guardia Urbana la que da parte al ver situaciones de riesgo en alguna intervención. Muy a menudo, la atención no es individual, sino a familias enteras.

"Ahora hay una línea de trabajo abierta muy interesante entre los educadores sociales y los colegios, donde se detectan muchas situaciones de riesgo", explica Tere Tarrés, la responsable del centro de la Taxonera.

En ese servicio trabajan tres trabajadoras sociales, dos educadores y un psicólogo, una plantilla que se irá incrementando progresivamente. "Eso es lo que esperamos", explica. Al tiempo, mira un parte de la Guardia Urbana que le acaban de entregar. Una mujer les ha llamado porque su hijo está tirado en el suelo y no puede con él. Mira el nombre, lo teclea en el ordenador y la pantalla refleja un expediente. Es de antecedentes de malos tratos del hijo -alcohólico- hacia los padres.

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