Crítica:COMEDIA LÍRICA

Que siga el espectáculo

El tenor Enrique Viana vivió tiempos heroicos enfrentándose a partituras endemoniadas de Donizetti en espacios imposibles. Después descubrió que era un magnífico pedagogo. Sus clases de canto se impusieron como una referencia. También vio que tenía facultades innatas como showman e inventó un modelo de espectáculo único y difícilmente imitable. En ello sigue. Música y excusas constituye un paso adelante en una trayectoria singular. Es un grito contra el deterioro ambiental en un formato que combina la ópera con el cabaré, aunque el autor lo defina como "alta comedia lírica". Los ...

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El tenor Enrique Viana vivió tiempos heroicos enfrentándose a partituras endemoniadas de Donizetti en espacios imposibles. Después descubrió que era un magnífico pedagogo. Sus clases de canto se impusieron como una referencia. También vio que tenía facultades innatas como showman e inventó un modelo de espectáculo único y difícilmente imitable. En ello sigue. Música y excusas constituye un paso adelante en una trayectoria singular. Es un grito contra el deterioro ambiental en un formato que combina la ópera con el cabaré, aunque el autor lo defina como "alta comedia lírica". Los monólogos de Viana explotan con humor la banalidad del lenguaje cotidiano y diseccionan con dobles intenciones tics tan asumidos como los tipos de interés y planes de pensiones. La estética del absurdo se une a una percepción lúdicamente surrealista. La revolución cultural en China, pongamos por caso, se manifiesta en la llegada del jamón ibérico a costa del rollito de primavera. La condición de tenor es un valor añadido y las arias elegidas un complemento ilustrativo y artístico. Viana pone en primer plano su faceta teatral. Y hace actuar al pianista Manuel Burgueras, cada día más desenvuelto en estos menesteres teatrales. El vestuario es de revista de variedades. Todo en dorados. Viana juega con la doble sexualidad y hace su numerito cómico, irónico y revisteril subido con la mayor naturalidad en unos zapatos de tacón y emulando-parodiando desde las alturas a Richard Strauss. Qué cosas.

Música y excusas

Guión, idea original y voz: Enrique Viana. Piano: Manuel Burgueras.

Con piezas musicales de Planquette, Audran, Rossini, Meyerbeer, Satie, Saint-Saëns y Massenet. Teatro Real, Sala Gayarre, 27 de diciembre.

Las canciones aligeran la tensión por lo que tienen de abstracto

El espectáculo derrocha inteligencia y es, en su aparente comicidad, marcadamente pesimista. Da un toque de atención sobre el entorno que nos rodea y hace reflexionar entre sonrisas con un punto de amargura. O de escepticismo, si no se quiere ir tan lejos.

Las canciones aligeran la tensión por lo que tienen de abstracto. Están muy medidas y en ellas Viana desarrolla su lado más sensitivo artísticamente. Desde el punto de vista textual, Música y excusas es irregular. No se pueden mantener la brillantez y el ingenio continuamente. Los golpes de genialidad conviven con momentos anodinos. En cualquier caso, la atracción por lo que ocurre en escena se mantiene. Viana y Burgueras se la juegan a cada momento. En la valoración global salen airosos.

El público se divierte. O al menos no se aburre en ningún momento. En realidad, Viana ha creado un modelo de espectador, para el que ha diseñado un tipo de espectáculo a su medida. Ha triunfado en la Maestranza de Sevilla con Música y excusas, estos días -hasta el 30- revalida su aceptación en el Real de Madrid y partirá en gira en 2008 por la geografía española con Santander y Valencia como primeras etapas. La sonrisa ácida y el talento escénico extienden sus redes.

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