Crítica:JAZZ

Un genio anda suelto

Son las cosas de la posmodernidad. El mismo individuo que, hace un suspiro, conseguía el más difícil todavía de vaciar un pabellón de deportes lleno a reventar, hoy recoge vítores, ramos de flores y hasta alguna prenda íntima de una espectadora fuera de sí. Dícese por Ornette Coleman el pasado domingo, en su triunfal regreso a la Villa y Corte, coronado por el respetable puesto en pie y dos bises que pudieron ser más, si no fuera porque el cuasi octogenario jazzman no está para tanto trote. Y es que, el enfant terrible de nuestros mayores es hoy un clásico. Y lo mejor: ha llegado...

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Son las cosas de la posmodernidad. El mismo individuo que, hace un suspiro, conseguía el más difícil todavía de vaciar un pabellón de deportes lleno a reventar, hoy recoge vítores, ramos de flores y hasta alguna prenda íntima de una espectadora fuera de sí. Dícese por Ornette Coleman el pasado domingo, en su triunfal regreso a la Villa y Corte, coronado por el respetable puesto en pie y dos bises que pudieron ser más, si no fuera porque el cuasi octogenario jazzman no está para tanto trote. Y es que, el enfant terrible de nuestros mayores es hoy un clásico. Y lo mejor: ha llegado hasta aquí sin haberse movido un pelo de su credo estético ni claudicado ante la industria. Toca lo que le da la gana, y todo lo demás -la cualidad tonal o armónica- le trae al fresco.

Ornette Coleman

Ornette Coleman (saxo alto, trompeta y violín), Denardo Coleman (batería), Tony Falange (bajo), Charnett Moffett (bajo), Al McDowell (bajo). Centro Cultural de la Villa. 11 de noviembre.

Una hora en las nubes

Su concierto fue el mejor que uno le recuerda en mucho tiempo al saxofonista, trompetista, violinista y compositor. Tocó una hora, bises aparte. 13 temas de su último y aclamado CD más alguno del nuevo por venir y clásicos como Lonely woman, que es a Ornette lo que Mediterráneo a Serrat.

En general, hubo un poco de todo: blues avant la lettre (Taking the cure, con cita a Bessie Smith incluida) y un JS Bach perfectamente reconocible (Bach); algo parecido a un funk-jazz orgánico (Song X) y lo que pudiera definirse como heavy metal cubista, en el segundo de los bises. Y no fue sólo Ornette tocando lo suyo a su lírico modo y manera; también fueron quienes le acompañaron, sus habituales Tony Falange, Charnett Moffett y Al McDowell, contrabajos, + Denardo Coleman, batería. Cierto es que, en ocasiones, uno no pudo evitar la sensación de que cada uno estaba interpretando un tema distinto. El gran asunto: Ornette nos toca alguna fibra sensible aunque no siempre sepamos explicar qué está pasando sobre el escenario. Ni falta que hace.

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