Columna

No basta con poner el plato

Se puede perder una década de la mano de la pobreza y de la deuda, pero también de la riqueza si no se sabe utilizarla. Éste es el riesgo actual para América Latina. Pese a su actual crecimiento económico, muchos países del continente pueden estar perdiendo una oportunidad histórica, no en el sentido de otras anteriores, sino por no saber o querer aprovechar la bonanza, o la "lluvia de sopa", como la llama el ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti. No basta con poner el plato. Los gobiernos, las empresas y los particulares, de dentro y fuera, deberían invertir una gran parte de esa nue...

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Se puede perder una década de la mano de la pobreza y de la deuda, pero también de la riqueza si no se sabe utilizarla. Éste es el riesgo actual para América Latina. Pese a su actual crecimiento económico, muchos países del continente pueden estar perdiendo una oportunidad histórica, no en el sentido de otras anteriores, sino por no saber o querer aprovechar la bonanza, o la "lluvia de sopa", como la llama el ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti. No basta con poner el plato. Los gobiernos, las empresas y los particulares, de dentro y fuera, deberían invertir una gran parte de esa nueva riqueza en futuro, en infraestructuras, físicas e institucionales, y mejoras sociales, a comenzar por la educación, en vez de, si acaso, limitarse el Estado a repartir dinero de una forma populista.

América Latina no está aprovechando el crecimiento para mejorar sus infraestructuras

Este crecimiento va demasiado de la mano del aumento de la demanda y los precios de materias primas derivado del crecimiento general y especialmente de emergentes como China e India. El factor chino está cambiando muchas cosas. América Latina se convirtió en 2005 en el primer destino, de hecho, la mitad, de la inversión directa en el extranjero de China. Pero China es también una enorme competidora para la industria y servicios de América Latina.

Como señalara el ex presidente de Chile, Ricardo Lagos, y actual presidente del Club de Madrid, "el crecimiento por sí solo no resuelve ningún problema, si no hay una política social". Y política social, especialmente en la actual coyuntura, es aquella que hace que el crecimiento llegue a todos los sectores de la población. Chávez se está cargando la democracia en Venezuela, pero ha conseguido generalizar la agenda social en América Latina, el continente más desigual, donde demasiado tiempo se había pasado por alto. Ahora nadie la ignora. Es significativo que la XVII Cumbre Iberoamericana se ha celebrado bajo el tema de la Cohesión social, con conclusiones concretas.

Para crear cohesión y estructuras hace falta dinero público, lo que exige recaudación. En la última tanda de elecciones, nadie ha hablado realmente de subir los impuestos, o si acaso, aunque algo ha progresado en la última década, aumentar la recaudación de los debidos. La presión fiscal real, incluidas cargas sociales, está en muchos casos por debajo del 15% del PIB. (Brasil es una excepción con el 36%, seguido de Argentina con el 26%), lo que paraliza a unos Estados que, inevitablemente, son de mala calidad. Sin estos ingresos no será posible esa inversión en el futuro, lo que, en estas condiciones, requiere también capital privado. Si no hay dinero público para todo, el Estado se puede centrar en la educación y sanidad básica y algunas infraestructuras menos rentables y dejar al capital privado otras cosas. Lo que se necesitan son proyectos de país y un proyecto continental, o, al menos, proyectos subregionales. Chávez los tiene, peligrosos, y tampoco invierte realmente en su país.

La elección de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina podría producir un cambio respecto a su marido en este sentido. Dice tener la intención y la ocasión de transformar el crecimiento en inversión de futuro. Con un serio aviso: perdió en casi todas las grandes urbes, poniendo de relieve una tensión de la ciudad contra el campo que es el que se beneficia directamente del aumento de los precios de materias primas. Pero cuidado, como se vio con la revuelta del maíz en México. La nueva demanda de cereales para alimentación y fabricación de bioetanol puede agravar la situación de los más pobres en América Latina (y en otras partes del mundo).

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El Estado debe construir buenas instituciones. La OCDE ha puesto de relieve algo evidente: que la pobreza puede poner en peligro la democracia en América Latina. Antes, había documentado que la desigualdad provoca inseguridad ciudadana. Pobreza y desigualdad son cosas diferentes, pero la combinación de ambas puede resultar desastrosa. Además, en América Latina, demasiadas veces no se sabe quién ni cómo se toman las decisiones. El Foro Empresarial paralelo a la cumbre ha subrayado la necesidad de reducir la inseguridad política y jurídica para atraer mejor al capital extranjero y hacer que permanezca el local, o se haga buen uso de las remesas de los emigrantes. La clave está en leyes predecibles y en un poder judicial profesional e independiente.

América Latina tiene una demografía que no le obliga hoy a dedicar tanto como otras economías emergentes del mundo, como China, a las pensiones. Es una oportunidad única que no debe desaprovechar. aortega@elpais.es

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