Crítica:

La culpa de los padres

Dentro del gran esfuerzo colectivo de los alemanes de enfrentarse a la culpabilidad sobre lo ocurrido durante el régimen nacionalsocialista, proliferan últimamente los libros de historias familiares y recuerdos autobiográficos. Probablemente, lo más valioso de ese tipo de literatura sea la indagación en las motivaciones individuales, en el complejo psicológico de reacción e ignorancia, identificación y rechazo. Por desgracia, pocos autores son capaces de prescindir de la mitología personal -como demuestra el libro de Günter Grass, Pelando la cebolla-, lo que destaca especialmente el lib...

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Dentro del gran esfuerzo colectivo de los alemanes de enfrentarse a la culpabilidad sobre lo ocurrido durante el régimen nacionalsocialista, proliferan últimamente los libros de historias familiares y recuerdos autobiográficos. Probablemente, lo más valioso de ese tipo de literatura sea la indagación en las motivaciones individuales, en el complejo psicológico de reacción e ignorancia, identificación y rechazo. Por desgracia, pocos autores son capaces de prescindir de la mitología personal -como demuestra el libro de Günter Grass, Pelando la cebolla-, lo que destaca especialmente el libro Tras la sombra de mi hermano, que el alemán Uwe Timm (Hamburgo, 1940) dedica a las implicaciones criminales de su hermano mayor, caído a los 19 años en Ucrania, como miembro de un comando especial de las SS.

Timm, novelista de la generación del 68, pregunta por las actitudes que hicieron posible el nacionalsocialismo y la guerra, y cómo se manifestaron en una familia corriente, dejando de lado razonamientos ideológicos o datos históricos conocidos, para centrarse en los valores de la educación paterna. Tras la sombra... reconstruye, apoyándose en un parco diario, las cartas de campaña y las afirmaciones de los padres, la situación de la familia durante la guerra y en la década posterior, y así van cristalizando los motivos del hermano. Al contrario del hijo menor, que crece con la conciencia del desastre nacionalsocialista, el mayor asimila los ideales y principios paternos, no tanto fascistas como chovinistas y militaristas.

Esos ideales del padre -a

quien se retrata como recto, refinado, cariñoso- y el mundo de valores de los treinta y cuarenta, décadas obsesionadas con el culto al deber, las virtudes masculinas, la supremacía de la patria, se perfilan con precisión, a lo largo del libro, a la vez que señala la fatídica falta de arrepentimiento de aquella generación que "apartó la mirada y calló". El hecho de que sostenga una perspectiva estrictamente testimonial, legitima el proceloso ímpetu moral de Tras la sombra..., que entremezcla documentación y ficción en una investigación personal plasmada con extraordinaria lucidez y soltura narrativa. Resalta la empatía con la que reconstruye los sufrimientos del hermano en la guerra y la sinceridad con la que se enfrenta al horror del que fue partícipe.

Expone sus sentimientos y análisis, sin tratar de armonizar las contradicciones, al juntar retazos de recuerdos de infancia y el informe de un viaje a Ucrania, con sus reflexiones sobre culpa y conciencia, amor y respeto, con las condiciones de la quiebra nacionalsocialista. De paso, ilustra una reacción tan común como nefasta de los alemanes de la posguerra: si, por un lado, silenciaron haber sido colaboradores, por otro, envolvieron sus experiencias bélicas en una cháchara infatigable sobre hazañas heroicas o adversidades virilmente superadas.

Con un sólido conocimiento histórico, calibra sagazmente datos objetivos y observaciones personales para llegar a conclusiones terminantes: "No sólo fue una generación ofendida, sino que estaba enferma y había ignorado su trauma con una reconstrucción ruidosa. Los hechos desaparecieron en estereotipos: Hitler el criminal. El lenguaje no sólo fue públicamente maltratado por los verdugos, sino también por los que decían de sí mismos nos salvamos por poco. Así se granjearon subrepticiamente su papel de víctimas".

Al lado de este sobrio y delicado ejercicio de memoria, la historia familiar de El hombre del velocípedo simplemente representa una narración amena y colorista, un paseo melancólico por las últimas décadas del siglo XIX con su inquebrantable fe en el progreso. Eso sí, trufada de ironía y humor y presentado con el ingenio y afán didáctico propios del mejor Uwe Timm, quien se hizo internacionalmente famoso con una muy entretenida novela sobre los desastres de la reunificación alemana: Noche de San Juan (2001).

Uwe Timm. Tras la sombra de mi hermano. Traducción de Carles Andreu. Destino. Barcelona, 2007. 356 páginas. 16,50 euros. El hombre del velocípedo. Traducción de Eduardo Knörr Argote. Amaranto & Sipiente. Madrid, 2006. 217 páginas. 18 euros.

El novelista alemán Uwe Timm.BERNARDO PÉREZ

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