Crítica:CANTO | A. Gheorghiu

Divas de hoy

Apareció en escena como una diosa. Guapísima, elegante en el primero de los tres vestidos de largo que utilizaría en la noche. La soprano rumana Angela Gheorghiu defiende su condición de diva en un tiempo en el que escasean. Da gusto verla tan arrolladora, tan estupenda, tan dulcemente agresiva. De su recital en el Real se desprenden la necesidad -o añoranza- de los divos para el público tradicional de ópera y, ay, la diferencia abismal entre los divos de antes y los de ahora.

La soprano se presentó con un programa salpicado de hits de ópera francesa en la primera parte, y Puccin...

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Apareció en escena como una diosa. Guapísima, elegante en el primero de los tres vestidos de largo que utilizaría en la noche. La soprano rumana Angela Gheorghiu defiende su condición de diva en un tiempo en el que escasean. Da gusto verla tan arrolladora, tan estupenda, tan dulcemente agresiva. De su recital en el Real se desprenden la necesidad -o añoranza- de los divos para el público tradicional de ópera y, ay, la diferencia abismal entre los divos de antes y los de ahora.

La soprano se presentó con un programa salpicado de hits de ópera francesa en la primera parte, y Puccini a tope en la segunda. Un programa para triunfar. Gheorghiu canta bien, y tiene un timbre hermoso. Otra historia es su capacidad de transmitir emociones, o el tono mecanicista o de diseño que a veces envuelve sus versiones. No pude evitar el recuerdo de Montserrat Caballé cuando Gheorghiu se enfrentó a Pleurez mes yeux. Justamente hace 20 años, en este mismo teatro la soprano catalana producía un escalofrío por su forma de sentir cada nota. La rumana únicamente cautivaba por el perfeccionismo. El sentimiento se había quedado en el frigorífico. Cuando después de la petite table de Manon se escucharon los únicos buuus de la noche, la soprano mostró su sorpresa, olvidando quizás que éste es el país de Victoria de los Ángeles. Con Puccini, el público se entregó. Lógico. Su melodismo facilón siempre enternece. Gheorghiu cantó en las propinas incluso una particular versión de Granada, en clima de apoteosis. La noche era de ella. López Cobos la mimó y la Sinfónica de Madrid respondió perfectamente al guión.

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