Crítica:FLAMENCO | Manuela Carrasco

El ruido y las nueces

Estaba por decir lo del ruido y las nueces. La obra que comentamos es una sucesión de actuaciones independientes, sin ninguna ilación entre sí. Y como dichas actuaciones, salvo ocasiones puntuales, no pasan de lo mediocre, pues las consecuencias a la vista...

Manuela Carrasco, la protagonista, hizo sus bailes típicos, con regular rendimiento salvo en las soleares finales, las suyas de siempre, en que supo entregarse plenamente; bailó largo y tendido, poniendo toda la carne en el asador. En las otras dos o tres cosas que hizo se limitó a cumplir, siendo todo su baile un tanto monótono y ...

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Estaba por decir lo del ruido y las nueces. La obra que comentamos es una sucesión de actuaciones independientes, sin ninguna ilación entre sí. Y como dichas actuaciones, salvo ocasiones puntuales, no pasan de lo mediocre, pues las consecuencias a la vista...

Manuela Carrasco, la protagonista, hizo sus bailes típicos, con regular rendimiento salvo en las soleares finales, las suyas de siempre, en que supo entregarse plenamente; bailó largo y tendido, poniendo toda la carne en el asador. En las otras dos o tres cosas que hizo se limitó a cumplir, siendo todo su baile un tanto monótono y parecido entre sí. Menos mal que las antedichas soleares le sirvieron para rehabilitarse. A Manuela Carrasco le hemos visto cosas mucho mejores, bien construidas y con un sentido que aquí no hemos visto.

Un sorbito de lo sublime

Baile: Manuela Carrasco, El Torombo. Invitado: Manuel Molina (cante). Cante: Enrique el Extremeño, José Valencia, La Tobala, Samara Amador, Antonio Zúñiga. Guitarras: Joaquín Amador, Pedro Sierra, Miguel Iglesias. Percusión: José Carrasco. Teatro Albéniz. Madrid, 3 de febrero.

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