Columna

Fabra ensaya en el tubo

El desafío a la justicia lanzado por el PP en Vila-real, cuyo alcalde acaba de ser condenado a año y medio de prisión y a ocho de inhabilitación en una sentencia firme por prevaricación, es el ensayo de lo que Carlos Fabra espera de su partido para cuando los jueces emitan un veredicto sobre la amplia variedad de delitos en los que está imputado. Fabra ensaya ahora dentro del tubo de Vila-real lo que puede llegar a acontecer en su futuro. Simulan un proceso que trata de predeterminar con todos los medios a su alcance. Si no logra salir absuelto de las fechorías de las que está acusado, quiere ...

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El desafío a la justicia lanzado por el PP en Vila-real, cuyo alcalde acaba de ser condenado a año y medio de prisión y a ocho de inhabilitación en una sentencia firme por prevaricación, es el ensayo de lo que Carlos Fabra espera de su partido para cuando los jueces emitan un veredicto sobre la amplia variedad de delitos en los que está imputado. Fabra ensaya ahora dentro del tubo de Vila-real lo que puede llegar a acontecer en su futuro. Simulan un proceso que trata de predeterminar con todos los medios a su alcance. Si no logra salir absuelto de las fechorías de las que está acusado, quiere para ese día una salida en tromba del Gobierno valenciano. Espera declaraciones sobre su sentencia como la que ahora, con una irresponsabilidad impropia de quien ocupa la vicepresidencia del Consell, acaba de hacer Víctor Campos a propósito de la del alcalde de Vila-real: "Contaminada de mucha ideología". Porque sólo proyectando la sombra de sospecha política sobre la justicia y envolviéndola en un hálito de descrédito partidista será posible disimular los supuestos delitos que haya podido cometer y podrá salvar una provechosa carrera política a la que está predestinado desde que su tatarabuelo don Victoriano se sentó en el trono de la Diputación de Castellón. Exige un arropamiento total a su figura si le llega el momento aciago, y en la recámara guarda munición suficiente como para que su partido no se lo regatee, aunque con ello se arrastre a la organización hasta el precipicio. Quiere una manifestación de apoyo como la que él mismo montó el viernes para el alcalde de Vila-real y una campaña de recogida de firmas idéntica a la que ha puesto en marcha para pedir su indulto. Y gestos en Génova proporcionales a las graciosas cintas de chistes grabados que le remitía a Aznar y a las cajas de langostinos de Vinaròs que, en los buenos tiempos, siempre precedieron su nombre. Francisco Camps se anudó al cuello la soga con esa losa el día en que, lejos de acometer la modernización de la estructura orgánica del PP en Castellón, como le imponía su ánimo de regeneración, se puso bajo la advocación de Fabra para protegerse de Eduardo Zaplana. Ésa es una factura que ya le ha costado algunas fotos y que llegado el momento tendrá que abonar con todo su esfuerzo coreográfico. Así lo espera Fabra.

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