Un nuevo escándalo de corrupción salpica a Lula a una semana de las elecciones

El presidente de Brasil destituye a su jefe de campaña tras la detención de militantes de su partido

"Mi comportamiento ha sido impecable no sólo desde la elección, sino en toda mi trayectoria". Luiz Inácio Lula da Silva apareció ayer en la televisión brasileña para afrontar otro escándalo de su mandato que, a falta de poco más de una semana para las elecciones presidenciales, le ha obligado a prescindir de su jefe de campaña, Ricardo Berzoini, que es nada menos que el presidente del Partido de los Trabajadores (PT). Con unas encuestas que le otorgan una rotunda victoria incluso en primera vuelta, Lula ve cómo la oposición lanza acusaciones de corrupción contra los dirigentes de su partido y ...

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"Mi comportamiento ha sido impecable no sólo desde la elección, sino en toda mi trayectoria". Luiz Inácio Lula da Silva apareció ayer en la televisión brasileña para afrontar otro escándalo de su mandato que, a falta de poco más de una semana para las elecciones presidenciales, le ha obligado a prescindir de su jefe de campaña, Ricardo Berzoini, que es nada menos que el presidente del Partido de los Trabajadores (PT). Con unas encuestas que le otorgan una rotunda victoria incluso en primera vuelta, Lula ve cómo la oposición lanza acusaciones de corrupción contra los dirigentes de su partido y contra él mismo.

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Cuando parecía que la reelección de Lula como presidente iba a tener como única incógnita la ventaja que sacaría a su más inmediato rival, Geraldo Alckmin, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), una denuncia sobre el intento de compra por parte de responsables del PT de documentos que comprometerían a José Serra, candidato del PSDB al Gobierno del Estado de São Paulo, ha girado todo el foco de la campaña en las denuncias de corrupción contra la formación de Lula, que apenas había logrado sortear el huracán provocado por el escándalo de sobornos en el Senado el año pasado.

En la última encuesta, publicada el miércoles por el instituto Datafolha, el ex sindicalista obtenía una ventaja de 21 puntos sobre el socialdemócrata con el 50% de las preferencias de voto. Ahora se enfrenta a lo que en algunos círculos ha sido bautizado como el Watergate tropical.

No tiene sentido"

"No tiene sentido. Algo así a mí no me ayuda ni un milímetro", subrayó el mandatario para negar toda vinculación con una jugada política semejante. No obstante, Lula reconoció que no ha tenido más remedio que prescindir de su colaborador para que éste no pase los días que quedan de campaña dando explicaciones sobre los 800.000 dólares (unos 630.000 euros) intervenidos por la policía a dos miembros de su partido.

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De acuerdo con la investigación éstos querían comprar a un empresario pruebas de que había vendido ambulancias con un gran sobreprecio al Estado mientras Serra era ministro de Fernando Henrique Cardoso (de 1994 a 2002). Una práctica conocida en Brasil como "la mafia de los chupasangre".

Mientras, la principal fuerza de la oposición, la Coalición Por un Brasil Decente -formada por el PSDB y el Partido del Frente Liberal (PFL)- ha visto el cielo abierto. En el equipo de Alckmin la estrategia es evitar que Lula supere la barrera del 50% de los sufragios el primer domingo de octubre. Alckmin, un médico anestesiólogo de 53 años que con 19 ya era alcalde, está personalmente convencido de que en el caso de que haya una segunda vuelta, esta vez a finales de octubre, se impondrá al actual presidente.

Por de pronto, ha calificado al PT de "sofisticada organización criminal", sumándose a la tesis de la tercera candidata presidencial más importante, Heloísa Helena, del Frente de Izquierda, una coalición de socialistas y comunistas, quien considera que Lula ha traicionado las esperanzas que generó al llegar al poder. Las encuestas le otorgan a Helena en torno al 9% de los votos, sin posibilidades de pasar a segunda vuelta, pero sí con capacidad de forzarla.

Lo que preocupa al equipo de Lula es que, al igual que sucediera en el escándalo del mensalão, se produzca una cascada de revelaciones y destituciones contra las que prácticamente no hay tiempo de reaccionar. Porque Berzoini es el quinto cargo del PT o del Gobierno que ha sido apartado de su puesto en las últimas horas. Entre ellos destaca Aloizio Mercadante, el coordinador de campaña del PT para la gobernación de São Paulo. Pero si en algo es experto Lula es en remontar este tipo de situaciones más que embarazosas. Cuando el año pasado estalló el escándalo del mensalão, un soborno sistemático con el que el PT se aseguraba votaciones a favor en el Senado, la oposición socialdemócrata decidió no atacar a fondo al presidente para forzar su caída, al considerar que era mejor dejarlo "herido de muerte" durante el año que le quedaba de mandato.

Sin embargo, Lula apenas tardó pocos meses no sólo en remontar en las encuestas sino en colocarse a las puertas de la victoria en la primera vuelta. Y mientras el equipo de Lula se desgañita tratando de que se hable sobre la gestión del mandatario, los analistas políticos se centraban ayer en cómo afectarán las nuevas acusaciones a un electorado que parece dispuesto a volver a depositar su confianza en el ex sindicalista.

Por su parte, el candidato Geraldo Alckmin, comparó a Lula con "un ladrón de coches" y afirmó que hay motivos para pedir su destitución, informa Efe. "Ya nadie puede creer en Lula, que ante cada escándalo dice que no sabía nada", declaró.

Lula ofrece pan a los periodistas durante un encuentro con la comunidad judía celebrado ayer en Brasilia.AP

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