Crítica:

Paisajes de infancia

Primero una mínima anécdota, que cuadra con el espíritu de este librito: me veo una tarde de domingo castigado en uno de aquellos estudios de los jesuitas sin más aliciente que un austral, el Doctor Jekyll, de Stevenson, y al final, como un viaje a las estrellas el índice de autores de la colección, que yo recorría con gusto, descubriendo nombres, haciéndome promesas de lectura. Allí estaba Miguel Cané (1851-1905), número 255, Juvenilia y otras páginas argentinas. Y si rescato aquellas tardes es porque, casi cien años después, este lector puede recordar cosa...

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Primero una mínima anécdota, que cuadra con el espíritu de este librito: me veo una tarde de domingo castigado en uno de aquellos estudios de los jesuitas sin más aliciente que un austral, el Doctor Jekyll, de Stevenson, y al final, como un viaje a las estrellas el índice de autores de la colección, que yo recorría con gusto, descubriendo nombres, haciéndome promesas de lectura. Allí estaba Miguel Cané (1851-1905), número 255, Juvenilia y otras páginas argentinas. Y si rescato aquellas tardes es porque, casi cien años después, este lector puede recordar cosas, sea externo de los jesuitas o interno en el célebre Colegio Nacional de Buenos Aires, a mediados del XIX, como Cané, que nos trasladan al mismo paisaje, al de la infancia. Juvenilia es un delicioso libro sobre los disfrutes y los sinsabores de esa edad incierta, antesala de la "savia hirviente de la juventud", de los "entusiasmos de mi espíritu", de cuando "abriendo valerosamente las alas, me dejaba caer del nido, en medio de las tormentas de la vida". Juvenilia, que ha debido ser libro de texto, de iniciación a la lectura, en Argentina desde hace un siglo, conserva todavía un ímpetu juvenil, una exaltación de ese momento mágico en el que el niño cambia de acera para ser joven, para llegar a ser adulto. Y este tono exaltante, combativo, sugestivo es lo que le da un encanto especial, que lo hace perfectamente legible; de ahí el acierto del rescate de esta pequeña editorial periférica. El librito de Cané, escrito cuando éste es ya un prócer de la patria, político, periodista, escritor (véase, como placer colateral, las páginas que dedica Esther Vázquez en su biografía de Borges a la atormentada estancia de éste en la Biblioteca Miguel Cané de Buenos Aires), describe con convicción su fe en la ciencia y en el progreso humano; lo decisivo que son en la formación del espíritu los estudios preparatorios, el magisterio de los maestros (a pesar de todos los pesares, y anécdotas estupendas las hay a sacos en Juvenilia) y, desde luego, el descubrimiento deslumbrador de la lectura. El librito de Cané, publicado en 1884, está lleno de alegrías y tristezas, de divertidas travesuras (tiene gracia lo de la comunión: "paso, padre", ¡en 1884!) y de terribles castigos. Está escrito con esa prosa retórica argentina y, sin embargo, sigue siendo delicioso.

JUVENILIA

Miguel Cané

Periférica. Cáceres, 2006

160 páginas. 11 euros

El escritor argentino Miguel Cané.

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