Sombra y sabor

Dos estrenos se presentaban en musicadhoy. Sombrío, de Luis de Pablo, hace alusión a su título -no muy adecuado- sólo a ratos, a no ser que se trate de las sombras de un crepúsculo entreverado todavía de luces. Pero no se trata, me parece, de describir nada sino de efectuar un ejercicio expresivo a veces muy intenso -el fragmento iniciado por los golpes del gong-, pero cuya duración acaba pesando un poco, sobre todo por la reiteración de las figuras adjudicadas al solista de percusión, un sensacional Miquel Bernat. El resultado revela más oficio que inspiración por más que hablemos de u...

Dos estrenos se presentaban en musicadhoy. Sombrío, de Luis de Pablo, hace alusión a su título -no muy adecuado- sólo a ratos, a no ser que se trate de las sombras de un crepúsculo entreverado todavía de luces. Pero no se trata, me parece, de describir nada sino de efectuar un ejercicio expresivo a veces muy intenso -el fragmento iniciado por los golpes del gong-, pero cuya duración acaba pesando un poco, sobre todo por la reiteración de las figuras adjudicadas al solista de percusión, un sensacional Miquel Bernat. El resultado revela más oficio que inspiración por más que hablemos de un gran compositor.

La otra novedad era el brillante y sabroso Güell concert, de Roberto Sierra, música externa y bien hecha, divertida hasta cierto punto en su contrapunto casi enloquecido que acaba por agobiar un poco. Como agobia también Turner en un discurrir lleno de datos que acaban por superar su carácter evocador de los cuadros del pintor inglés. Destellos de la resonancia, para percusión y piano, es brillante y hasta espectacular pero se queda al fin en poca cosa. José Luis Temes, fue, como siempre, un impecable servidor de estas músicas nuevas.