Richard Goode muestra su fe en la tradición alemana del piano

El músico estadounidense debuta en el ciclo 'Grandes intérpretes'

Aunque viene del áspero Bronx neoyorquino y vive en Manhattan, cree en el firme y grueso tronco del repertorio alemán para el piano. Por eso, Richard Goode, en su debut en el ciclo Grandes intérpretes, organizado por Scherzo y patrocinado por EL PAÍS, abordará hoy en Madrid cuatro matrices germanas y austriacas fundamentales en la historia del piano como son Bach, Brahms, Schönberg y Schubert.

Aunque el piano fue un invento que cogió tarde a Johann Sebastian Bach, quien miró al instrumento con desprecio, el compositor alemán ha pasado a ser parte de su historia gracias a los inté...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Aunque viene del áspero Bronx neoyorquino y vive en Manhattan, cree en el firme y grueso tronco del repertorio alemán para el piano. Por eso, Richard Goode, en su debut en el ciclo Grandes intérpretes, organizado por Scherzo y patrocinado por EL PAÍS, abordará hoy en Madrid cuatro matrices germanas y austriacas fundamentales en la historia del piano como son Bach, Brahms, Schönberg y Schubert.

Aunque el piano fue un invento que cogió tarde a Johann Sebastian Bach, quien miró al instrumento con desprecio, el compositor alemán ha pasado a ser parte de su historia gracias a los intérpretes que después lo han adaptado al teclado moderno, como Glenn Gould. "Por eso Bach es uno de nuestros grandes contemporáneos", asegura Richard Goode, que hoy interpretará algunas partitas suyas en el Auditorio Nacional de Madrid.

Lo acompañarán Schönberg y Brahms en la primera parte y la gran Sonata 960, de Schubert, para toda la segunda. "Me gusta la variedad y sólo toco piezas que amo profundamente. En los programas busco el contraste. Entre los compositores que he elegido para hoy veo parentescos, los cuatro pertenecen al mismo tronco, aunque sean distintos", asegura. Sobre la sonata de Schubert, una de las más grandes cumbres del piano universal, Goode no esconde su predilección por ella. "Aunque fue la última que compuso no me gusta pensar en la misma como una obra sobre la muerte. Para muchos es difícil escapar de ese elemento tan morboso, pero yo creo que es mucho más, un resumen de toda la expresión y el pensamiento de Schubert".

Es una sonata que se ha interpretado mucho en el ciclo en el que hoy debuta Goode. Se ha convertido en una especie de examen final para el público. "Es una gran pieza que pesa en todo el repertorio. No se empezó a tocar hasta los años treinta, hasta entonces estaba fuera de las salas, la consideraban demasiado larga -suele durar entre 45 y 50 minutos-, pero ahora la gente está acostumbrada a escuchar sinfonías de Mahler y Bruckner, así que pueden de sobra con esto", dice Richard Goode.

El pianista neoyorquino se ha prodigado poco en Europa. "Empecé a venir en los años noventa", afirma. No cree que exista gran diferencia entre los intérpretes de su país y los europeos. "A nosotros también nos formaron europeos: húngaros, alemanes, rusos, italianos... No hay gran diferencia, pero en las orquestas es distinto, es otra cosa", añade.

Goode se crió a la vera del gran Rudolf Serkin, que fue su maestro en el prestigioso Curtis Institut, de Filadelfia. "También tuve un gran profesor polaco, Mieczyslaw Horszowski, que debutó a los cinco años y dio algún concierto con 100. En total, resistió 95 años de carrera, era buenísimo", cuenta Goode.

Richard Goode, en el Teatro Real.PAULA VILLAR
Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Sobre la firma

Archivado En