Canarias, desbordada

Los servicios de asistencia humanitaria, de salvamento de personas en alta mar y de acogida en tierra desplegados en Canarias están totalmente desbordados, tras la llegada en poco más de dos meses de 3.517 inmigrantes subsaharianos a Fuerteventura, Gran Canaria y Tenerife. La sensación de inquietud que puede percibir cualquiera que llegue estos días a las islas se ha incrementado desde que cayucos y pateras han comenzado a llegar a las costas del sur de las dos islas mayores, Gran Canaria y Tenerife, carentes de protección electrónica y de medios técnicos y humanos.

Cruz Roja ha ...

Los servicios de asistencia humanitaria, de salvamento de personas en alta mar y de acogida en tierra desplegados en Canarias están totalmente desbordados, tras la llegada en poco más de dos meses de 3.517 inmigrantes subsaharianos a Fuerteventura, Gran Canaria y Tenerife. La sensación de inquietud que puede percibir cualquiera que llegue estos días a las islas se ha incrementado desde que cayucos y pateras han comenzado a llegar a las costas del sur de las dos islas mayores, Gran Canaria y Tenerife, carentes de protección electrónica y de medios técnicos y humanos.

Cruz Roja ha tenido que solicitar a Madrid el envío urgente de 2.500 mantas y otras tantas bolsas de ropa para atender esta demanda; el Ministerio de Defensa ha habilitado viejos cuarteles para darle un techo al millar de subsaharianos que ya no cabe en los centros de internamiento; el Gobierno no sabe cómo convencer a los cabildos insulares para que amplíen cada día el cupo de 250 plazas para acoger a los 310 menores inmigrantes no acompañados; jueces y abogados han tenido jornadas maratonianas para abrir expedientes de expulsión; las comisarías han solicitado hasta baños portátiles a los ayuntamientos mientras se rellenan los datos de identificación; las salidas al mar para interceptar cayucos son constantes, en la mañana, tarde, noche y madrugada por los escasos cien agentes del servicio marítimo a bordo de una sola patrullera de la Guardia Civil, que apoyan tres buques de Salvamento Marítimo.

Alarma social

Ante la alarma social que el fenómeno ha despertado en la población de las islas, el Gobierno respondió ayer lacónicamente, aunque con una clara advertencia a los responsables de las redes clandestinas: "El que entra de forma irregular, saldrá" de las islas.

La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, recién llegada de una visita por varios países africanos, garantizó al Gobierno del Archipiélago que las islas no se convertirán en un campamento de inmigrantes. Tras entrevistarse con el presidente canario, Adán Martín, reiteró en varias ocasiones que no se liberarán inmigrantes en las islas y que se mantiene vigente el proceso de derivaciones hacia capitales peninsulares, antes de que se cumplan los 40 días de retención. A ello añadió como novedad la repatriación "inmediata" de mauritanos, senegaleses y malienses a Mauritania, al menos 170 en un primer vuelo, aunque rechazó concretar cuándo.

La vicepresidenta insistió constantemente en que los vuelos a Mauritania se efectuarán "cuando se den todas las garantías de derechos humanos" a su regreso, en un plazo que eludió concretar, puesto que dependerá del ritmo que la república islámica imprima para la construcción de los centros. Una vez llegados a estas dependencias, la vicepresidenta asegura que existe el compromiso de las autoridades mauritanas de que serán devueltos a Malí y Senegal.

Mauritania ha exigido la supervisión de la Organización Internacional de Migraciones (OIM) de la UE para que se puedan producir desde España repatriaciones de subsaharianos de otros países a su territorio. En tanto todas estas circunstancias no se produzcan, la vicepresidenta garantizó ayer que el convenio de derivaciones a otras capitales peninsulares se mantendrá vigente. Un portavoz del Ejecutivo autónomo matizó posteriormente que "deberá hacerse con la misma frecuencia con la que llegan las pateras y cayucos a las islas, para evitar más colapsos".

La vicepresidente tampoco concretó si el Estado aprobará la derivación de los menores inmigrantes no acompañados que superan las 250 plazas asignadas para las islas y se mostró escéptica sobre la devolución a sus países de los mayores de 16 años.

De la Vega se reunió por la mañana con los voluntarios y profesionales de Cruz Roja en el puerto de Los Cristianos (Arona) donde se ha establecido la base logística de emergencias para las llegadas en Tenerife. La vicepresidenta anunció más fondos para adquirir alimentos y material, en concreto, 3,5 millones de euros más para el Fondo de Apoyo a la Acogida e Integración, un millón de euros para Cruz Roja y tres millones más para programas de acogida de inmigrantes. Uno de los voluntarios senegaleses la obsequió con un vídeo de cantantes africanos que cuentan historias de la inmigración. Más tarde, ante el presidente canario, de la Vega defendió que Defensa haya habilitado viejos cuarteles en desuso como centros provisionales de internamiento "para hacer las identificaciones y los controles sanitarios en condiciones respetables". Además, prometió 19 efectivos policiales, otras dos patrulleras, dos "módulos policiales de intervención rápida" y tres grupos de submarinistas (geas) de la Guardia Civil. Todas estas inversiones anunciadas por De la Vega persiguen, añadió, "que no venga más gente", aunque matizó: "Estamos hablando en todo momento de seres humanos que han llegado de forma traumática a las islas"; y, por tanto, las repatriaciones "deberán hacerse con respeto a todos sus derechos".

Acompañada del ministro de Justicia, el canario Juan Fernando López Aguilar, de los secretarios de Estado de Seguridad e Inmigración, Antonio Camacho y Consuelo Rumí, y del delegado del Gobierno, José Segura, la vicepresidenta concluyó su fugaz estancia en Tenerife con una visita al Centro de Internamiento de Extranjeros de Hoya Fría, al máximo de sus 238 plazas con celdas de hasta seis literas, y al cuartel del Ejército de Tierra en Las Raíces, con más de 500 plazas, ayer ocupado por 356 adultos subsaharianos sin calefacción, ni agua caliente en el lugar más frío y húmedo de la isla.