La rendición del 'comandante Jorge 40'

Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, uno de los paramilitares de mayor peso político, se convirtió ayer en el último comandante para en acogerse a la Ley de Justicia y Paz que les otorga beneficios penales. En el acto celebrado en un caserío de Valledupar, capital del César, en la región caribe, y al que asistieron 12 delegaciones extranjeras, dejaron también el fusil 2.500 hombres del Bloque Norte. Terminaron así las desmovilizaciones de paras pactadas con el Gobierno en un proceso iniciado hace dos años y medio.

En total, 28.000 combatientes, entre hombres y...

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Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, uno de los paramilitares de mayor peso político, se convirtió ayer en el último comandante para en acogerse a la Ley de Justicia y Paz que les otorga beneficios penales. En el acto celebrado en un caserío de Valledupar, capital del César, en la región caribe, y al que asistieron 12 delegaciones extranjeras, dejaron también el fusil 2.500 hombres del Bloque Norte. Terminaron así las desmovilizaciones de paras pactadas con el Gobierno en un proceso iniciado hace dos años y medio.

En total, 28.000 combatientes, entre hombres y mujeres, han regresado a la vida civil. Esta cifra es, sin embargo, uno de los puntos más polémicos, porque cuando se inició el desarme sólo se hablaba de 12.000 paramilitares. La explicación de los comandantes es que el Gobierno no contabilizó a otros miles de milicianos desarmados que hacían, básicamente, labores de inteligencia. El argumento sirve para justificar que los fusiles entregados son varias veces menos que los desmovilizados.

Hijo de la oligarquía de Valledupar, Jorge 40 es para algunos un héroe que los salvó de los secuestros y las extorsiones ordenadas, entre otros, por Juvenal Ovidio Palmera, alias Simón Trinidad, comandante de las FARC extraditado a Estados Unidos por actividades de narcotráfico.

Historias paralelas

La historia de estos dos hombres, compañeros de infancia, es paralela. Tovar Pupo era un conocido empresario agrícola, y Palmera, un gerente de banco cuando se iban juntos a las fiestas del club más exclusivo de Valledupar. De amigos de farra pasaron a feroces enemigos. Palmera ingresó en las FARC a los 36 años (Jorge 40 tiene hoy 47) y poco tiempo después comenzó una dura campaña de secuestros en la región. Tovar Pupo decidió pasar a la acción. La justicia colombiana lo vincula a las matanzas de 60 pescadores de la Ciénaga Grande de Santa Marta, de 21 campesinos en Aracataca y de más de un centenar de indígenas kankuamos y 60 wayúu. Éstados Unidos lo reclama por narcotráfico. En una entrevista reciente en la revista Semana, este comandante paramilitar dijo que le faltaron dos años para entregar la región caribe "liberada de subversión". Ayer prometió reparar a sus muchas víctimas con la entrega de 18.000 hectáreas de tierra.

La Organización de Estados Americanos, que vigila este proceso, ha señalado varios fallos: no todos se han desmovilizado, algunos de los que lo han hecho han formado bandas de delincuentes y han aparecido nuevos grupos. Los paras culpan al Gobierno, que, a su juicio, no estaba preparado para reinsertar a la vida civil a un número tan elevado de excombatientes.

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