Editorial:

Bosnia acusa

El Tribunal Internacional de Justicia ha iniciado por vez primera en su historia un proceso por crímenes de guerra contra un Estado, el de Serbia y Montenegro, a instancias de Bosnia, que formuló la acusación hace trece años. La más alta magistratura de la ONU para dirimir disputas entre Estados deberá decidir si Serbia planeó y alentó un delito de genocidio en Bosnia, en cuya guerra murieron al menos 100.000 personas (el 70% musulmanes) y más de dos millones fueron desplazadas. Los abogados de Belgrado sostienen que los crímenes cometidos contra los bosniomusulmanes fueron excesos individuale...

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El Tribunal Internacional de Justicia ha iniciado por vez primera en su historia un proceso por crímenes de guerra contra un Estado, el de Serbia y Montenegro, a instancias de Bosnia, que formuló la acusación hace trece años. La más alta magistratura de la ONU para dirimir disputas entre Estados deberá decidir si Serbia planeó y alentó un delito de genocidio en Bosnia, en cuya guerra murieron al menos 100.000 personas (el 70% musulmanes) y más de dos millones fueron desplazadas. Los abogados de Belgrado sostienen que los crímenes cometidos contra los bosniomusulmanes fueron excesos individuales ajenos a los designios de los dirigentes de Belgrado.

Es probable que el fallo del TIJ no se conozca antes de un año, aunque las sesiones públicas deberían concluir en mayo. Hasta entonces, Bosnia intentará demostrar su tesis de exterminio colectivo orquestado como crimen de Estado, y que Serbia -con Slobodan Milosevic al frente, ahora juzgado en el vecino Tribunal Penal para la antigua Yugoslavia por genocidio y crímenes de guerra- dirigió y ayudó a los líderes serbobosnios en su propósito. En su denuncia, formulada cuando aún no había acabado la guerra, Sarajevo pidió al más alto tribunal de la ONU que declarase que Serbia y Montenegro, por medio de sus agentes y subordinados, "mató, asesinó, robó, torturó, secuestró, detuvo arbitrariamente y exterminó a ciudadanos de Bosnia-Herzegovina". Resulta evidente a estas alturas que el fallo del TIJ, aparte de la compensación económica que pudiera suponer para los bosniomusulmanes, cumplirá básicamente un papel catártico, el de establecer la verdad y trasladar a la colectividad, más de una década después, la idea de que es posible una cierta satisfacción moral para las victimas.

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Probar la responsabilidad de la nación serbia es un desafío histórico para el equipo legal bosnio. Los acusadores tratarán de aprovechar que el Tribunal Penal para la Antigua Yugoslavia haya considerado genocidio la matanza a sangre fría de 8.000 musulmanes en Srebrenica, en 1995, y las evidencias proporcionadas ante este específico tribunal de la ONU sobre ésta y otras matanzas de bosniomusulmanes. Por los hechos de Srebrenica, "la vergüenza de Europa", como rezaban ayer pancartas en La Haya, ya fue condenado en 2001 a 35 años un directo lugarteniente del jefe militar serbobosnio, Ratko Mladic. El proceso iniciado ayer en la capital administrativa holandesa acerca más el cierre del círculo tejido por la justicia internacional en torno a los acontecimientos más atroces de la Europa reciente. Su clausura se producirá cuando se sienten finalmente en el banquillo los dos protagonistas todavía fugitivos, Radovan Karadzic y el general carnicero Mladic.

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