Editorial:

Miedo al dragón chino

La oferta de la petrolera china CNOOC, tercera compañía del país, controlada en un 71% por el Estado, para comprar Unocal, la octava empresa estadounidense del sector y con gran parte de la producción en Asia, es una espectacular demostración de fuerza y determinación de la economía china, decidida a dar el salto definitivo al exterior. En Estados Unidos, el anuncio de CNOOC de que iba a superar con 18.500 millones de dólares la oferta hecha por la Chevron ha sido recibida con nerviosismo general y la oposición de quienes temen una influencia política de Pekín sobre el mercado interior.
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La oferta de la petrolera china CNOOC, tercera compañía del país, controlada en un 71% por el Estado, para comprar Unocal, la octava empresa estadounidense del sector y con gran parte de la producción en Asia, es una espectacular demostración de fuerza y determinación de la economía china, decidida a dar el salto definitivo al exterior. En Estados Unidos, el anuncio de CNOOC de que iba a superar con 18.500 millones de dólares la oferta hecha por la Chevron ha sido recibida con nerviosismo general y la oposición de quienes temen una influencia política de Pekín sobre el mercado interior.

La CNOOC trata ahora de convencer a los accionistas de Unocal de que se verían más beneficiados con su oferta. Y de hecho, la firma china quiere pagar en efectivo por las acciones mientras Chevron ofrece una fórmula mixta de acciones y efectivo. También asegura que mantendrá a toda la plantilla.

Pero, independientemente de sus pormenores económicos, la operación ha despertado unos temores similares a los que produjo en los ochenta el desembarco japonés en EE UU por hacerse con compañías del país. Si entonces los temores eran predominantemente económicos, en el caso chino confluyen éstos con los políticos y estratégico-militares. Más de 40 congresistas han enviado una carta al presidente Bush solicitándole que bloquee la operación.

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El vertiginoso ascenso de China hacia una categoría de superpotencia que nadie le niega ya para dentro de pocas décadas es sorprendente, como ha reconocido la secretaria de Estado, Condoleezza Rice. Pero Rice ha dicho también que "hay que ayudar a China" a integrarse en una economía mundial regulada por normas comunes y no exagerar los miedos que produce la presencia de Pekín fuera de sus fronteras.

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