El Cervantes de Nueva York muestra la obra de Julio González

Una selección de 39 obras de Julio González ha abandonado su hogar habitual, el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), para mostrarse en diferentes centros dedicados a promover la cultura española en el mundo. El Instituto Cervantes de Nueva York ha sido la primera parada de esta retrospectiva inaugurada el martes y que constituye la primera gran exposición del artista en Estados Unidos desde hace más de dos décadas.

Julio González (Barcelona, 1876- Arcueil, Francia, 1942) fue contemporáneo de Picasso y Brancusi, dos de sus amigos más cercanos. Sin embargo, él no llegó nunca a abr...

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Una selección de 39 obras de Julio González ha abandonado su hogar habitual, el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), para mostrarse en diferentes centros dedicados a promover la cultura española en el mundo. El Instituto Cervantes de Nueva York ha sido la primera parada de esta retrospectiva inaugurada el martes y que constituye la primera gran exposición del artista en Estados Unidos desde hace más de dos décadas.

Julio González (Barcelona, 1876- Arcueil, Francia, 1942) fue contemporáneo de Picasso y Brancusi, dos de sus amigos más cercanos. Sin embargo, él no llegó nunca a abrazar las vanguardias abiertamente, "tomó prestados elementos de todas ellas para reelaborarlas y crear un lenguaje personal", explicó el comisario de la muestra, Ángel Kalenberg.

Obras como El beso, Daphne o El hombre cactus; esculturas "soberbias que no suelen salir del museo", según explicó la directora del IVAM, Consuelo Ciscar, pueden admirarse en esta exposición, que incluye principalmente trabajos en hierro forjado, además de 12 obras en carboncillo, tinta china y gouache que muestran también la facilidad que tenía González para el dibujo. La orfebrería, una de los primeros lenguajes artísticos que abordó antes de entregarse por entero a la escultura, también está presente en la muestra.

Dibujar en el espacio

El artista, cuyo reconocimiento en España fue "excesivamente tardío", según Kalenberg, puesto que no llegó hasta entrada la democracia -en 1936 el MOMA de Nueva York ya exponía y compraba su obra-, es fundamental sobre todo en lo que se refiere al desarrollo de la escultura contemporánea. Sus obras en hierro forjado pueden considerarse las primeras en las que se aborda el uso de este material desde una perspectiva que supera la mera experimentación tecnológica. El escultor quiere "dibujar en el espacio" a través de las formas, y de ahí que en los años veinte se atreva a romper el plano de la plancha de metal y comience a experimentar con los volúmenes, los espacios huecos y vacíos. "González utiliza este material para insuflarle un elemento mágico, animista, en el que también hay reminiscencias de lo humano", afirma Kalenberg.

El resultado son obras que exploran la plenitud, la vulnerabilidad de los cuerpos o el sufrimiento del hombre en un debate constante entre figuración y abstracción. Artistas posteriores como Oteiza, Chillida o David Smith son deudores del legado de González.

Todas las obras que se muestran hasta el 18 de junio en el Instituto Cervantes de Nueva York, y que posteriormente viajarán a Chicago, Los Ángeles y Puerto Rico, proceden de los fondos del IVAM, que alberga la colección más importante de obras del artista. Según Consuelo Ciscar, dicha colección "podría crecer en el futuro" puesto que Vivian Grimminger, una de las herederas de González, está estudiando la posibilidad de donar su colección de más de 400 dibujos al IVAM y a un museo francés.

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