Tribuna:

Probar aguas desconocidas

El presidente Abdelaziz Buteflika inauguró el hotel Sheraton en Orán hace un año: la capital económica de Argelia occidental necesita desesperadamente un buen hotel para acomodar al número cada vez mayor de extranjeros que han vuelto a poner al país en su pantalla por primera vez en una década. Todavía no ha abierto. Los trabajadores chinos del hotel trabajan mientras tanto en otras obras, y abren tiendas en la Village Nègre, un distrito que los lugareños han dado en llamar Chinatown. La presencia cada vez más visible de 70.000 chinos en Argelia señala uno de los nuevos cambios que se están pr...

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El presidente Abdelaziz Buteflika inauguró el hotel Sheraton en Orán hace un año: la capital económica de Argelia occidental necesita desesperadamente un buen hotel para acomodar al número cada vez mayor de extranjeros que han vuelto a poner al país en su pantalla por primera vez en una década. Todavía no ha abierto. Los trabajadores chinos del hotel trabajan mientras tanto en otras obras, y abren tiendas en la Village Nègre, un distrito que los lugareños han dado en llamar Chinatown. La presencia cada vez más visible de 70.000 chinos en Argelia señala uno de los nuevos cambios que se están produciendo en una economía que, después de la independencia, se rigió por métodos comunistas. En el campo, las cosechas están mejor atendidas que nunca. Un enorme auge de la construcción ha invadido ciudades y aldeas. A pesar de estos signos de actividad renovada, la cuarta parte de la población sigue en paro.

"El sector privado se enfrenta en Argelia a una corrupción generalizada y a un sistema judicial y fiscal irregular y lento"

Los intereses creados siguen siendo un poderoso freno a la reforma, reforzados por los elevados ingresos que proporciona el petróleo y las reservas monetarias por valor de 42.000 millones de dólares. Recientemente, el Banco Mundial señaló que "Argelia había hecho la transición de una economía de escaseces a una de limitaciones del crecimiento". La falta de materias primas ha sido sustituida por la escasez de trabajadores cualificados y de suelo industrial. Algunas estadísticas subrayan lo graves que siguen siendo las restricciones financieras para los argelinos que intentan crear nuevas empresas privadas: el 11% del capital de explotación y el 16% de las inversiones se financian mediante crédito bancario, el 74% de toda la financiación deriva de ingresos retenidos. Mientras tanto, los bancos estatales están inundados de dinero, pero sólo están dispuestos a prestar a empresas estatales, a menudo en quiebra, y a clientes particulares con acceso privilegiado a los burócratas de alto rango. El sector privado se enfrenta también a una corrupción generalizada y a un sistema judicial y fiscal en el mejor de los casos irregulares, y en el peor, muy lentos.

A pesar de estos obstáculos, están surgiendo nuevas empresas, y antiguos negocios familiares que durante años se mantuvieron discretamente están creciendo. CCI, de Athmane Cherif, es un caso típico: después de que a comienzos de 1970 le nacionalizaran Salmar, una empresa de dragados, en la de 1980 volvió a la carga con una fábrica de utensilios de cocina. Sus tres hijos trabajan ahora en la empresa y CCI Group construye hoteles: el Eden Palace, de cinco estrellas, inaugurado el pasado mayo en Cap Falcon, cumple con los criterios internacionales. Mainsoft es típica de las pequeñas empresas de sistemas informáticos establecidas recientemente. Emplea a 25 personas, la mitad de las cuales son técnicos, y ha obtenido importantes contratos de la petrolífera estatal Sonatrach. El siguiente paso es presentar ofertas a empresas internacionales. La facturación el año pasado fue de dos millones de euros. Pero Allal obtuvo su crédito de un banco francés en 2003.

En Argel, Slim Othmani está ampliando la Nouvelle Conserverie Algérienne-NCA Rouiba. Su familia lleva en el negocio de enlatar alimentos y fabricar zumos de frutas desde 1962, por lo que existe una firme tradición familiar en la que basarse. NCA emplea hoy a 328 personas. La empresa trabaja con Coca-Cola y Tetra Pak, y está bien situada para crecer con rapidez en los próximos años. Samy Bukaila, por su parte, hace ventanas de PVC de doble hoja. Con un déficit de más de un millón de viviendas, y una necesidad de 250.000 viviendas nuevas al año, este sector podría iniciar un periodo de expansión. Pero los intereses creados hacen que su empresa, BKL, no sea invitada a presentar ofertas para los grandes proyectos estatales, y que se importe cada año madera por valor de 300 millones de dólares para hacer marcos de ventanas. Muchos contratos de importación están facturados por debajo del precio real, con lo que cuestan al Estado grandes pérdidas en concepto de aranceles aduaneros y en impuestos.

Junto con otros empresarios de segunda generación como el abogado Samir Hamouda, establecieron recientemente, con apoyo del Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional (CFI), y un grupo de debate que actúa como equipo de especialistas, el Cercle d'Analyse et de Réflexión sur l'Entreprise, cuyo propósito es fomentar el debate sobre las reformas y mejorar el clima empresarial en Argelia. Dichas iniciativas son modestas, pero ofrecen pruebas de que la sociedad civil se mantiene sana. Algunos empresarios privados han medrado rápidamente, como Isaad Rebrab, de Cevital, que construyó una gran fábrica de refinado de aceite de oliva en Beyaia, al este de Argel, a finales de 1990, y ofrece una lista de nuevas empresas, entre ellas una planta de vidrio mate en Mostaganem. Sean cuales sean las fuentes de muchas fortunas, cada vez hay más que se están aplicando a la fabricación en Argelia, no a la importación.

La falta de reforma del sistema bancario estatal y el cierre, por fraude, de todos menos dos de la docena de nuevos bancos con fondos argelinos autorizados en la década de 1990 sigue siendo el principal freno a un crecimiento económico más rápido. El hundimiento de Khalifa Bank y de Khalifa Airways en 2003 ha dejado un amargo legado de desconfianza en Argelia. Mientras tanto, los bancos estatales han sido recapitalizados una y otra vez, a un coste medio anual del 4% del PIB desde 1991 hasta 2002, como consecuencia de la incapacidad de las empresas estatales para pagar sus deudas. Se conforman con prestar a individuos cuyas conexiones con altos funcionarios les dan fácil acceso a licencias de importación, una de las mayores fuentes de fraude en Argelia, pero su negativa a respaldar a jóvenes empresarios frustra la creación de unos muy necesarios puestos de trabajo.

Los bancos extranjeros se están haciendo con el sistema: Citibank lleva casi una década presente, Natexis y BNP se han instalado más recientemente. El Banco Sabadell tiene una oficina representativa. Aunque el papel de estos bancos sigue siendo modesto, es probable que crezca y ofrezca a los inversores extranjeros valiosísima ayuda respecto a cuáles son las verdaderas oportunidades de negocio que surgen. Hace poco, el primer ministro decretó que todas las empresas estatales argelinas deben trabajar con bancos estatales argelinos: Citibank podría perder hasta un 25% de sus ingresos. El escándalo Khalifa ha hecho que las autoridades teman conceder nuevas licencias bancarias a argelinos, pero no hay escasez de grupos industriales familiares en Argelia con los fondos necesarios para crear bancos privados.

Por accidentado que resulte el camino futuro, las empresas y los bancos españoles prestarán sin duda más atención al potencial de Argelia en los próximos años. Repsol YPF Gas Natural obtuvo recientemente un proyecto de desarrollo de gas por valor de 1.200 millones de euros, que bien podría aumentar a 2.100 millones si incluye un segundo tren de gas licuado, mientras que el nuevo gasoducto proyectado entre Arzew, la mayor base de hidrocarburos, situada cerca de Orán, y Alicante, convertirá a Argelia en la mayor fuente de energía importada en España. Por muy cautelosas que se muestren las empresas españolas a la hora de meter el pie en estas aguas desconocidas, indudablemente prevalecerán los intereses mutuos.

Francis Ghilès es miembro del Instituto Europeo del Mediterráneo, con sede en Barcelona.

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