SANT JORDI | Actividades y exposiciones

Los institutos culturales extranjeros celebran el plurilingüismo europeo

Profesores y alumnos leen textos de temática amorosa de Dante a Bertolt Brecht

Abrió fuego, muy apropiadamente, el diálogo de las rosas de El principito, de Antoine de Saint-Exupéry, leído en francés por dos niños. En la sala de actos del Instituto Francés de Barcelona no quedaban butacas libres, y los rezagados tenían que apelotonarse en los corredores. Asistían a última hora de la tarde de ayer al recital Amor, ¿qué lengua hablas?, un acto organizado conjuntamente -por primera vez- por los diversos institutos culturales extranjeros con sede en Barcelona -el Francés, el Istituto Italiano, el British Council, el Goethe Institut, el Camões- y el Insti...

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Abrió fuego, muy apropiadamente, el diálogo de las rosas de El principito, de Antoine de Saint-Exupéry, leído en francés por dos niños. En la sala de actos del Instituto Francés de Barcelona no quedaban butacas libres, y los rezagados tenían que apelotonarse en los corredores. Asistían a última hora de la tarde de ayer al recital Amor, ¿qué lengua hablas?, un acto organizado conjuntamente -por primera vez- por los diversos institutos culturales extranjeros con sede en Barcelona -el Francés, el Istituto Italiano, el British Council, el Goethe Institut, el Camões- y el Institut Ramon Llull, dedicado a la promoción exterior de la cultura catalana. La excusa, el Año del Libro y la Lectura; el contexto, la cercana Diada de Sant Jordi, que es en Cataluña día de los enamorados; el objetivo, rendir un homenaje al plurilingüismo europeo.

Profesores y alumnos de los diferentes centros -también se apuntaron los cónsules de los respectivos países- subieron a un escenario decorado con pilas de libros y dotado de una pantalla donde se proyectaban las traducciones, para recitar versos y prosas de temática amorosa. En el público, jóvenes y gente de mediana edad, estudiantes de lenguas en su mayoría, en grupo o en parejas, dispuestos a disfrutar de un rato de buena literatura bien leída en versión original, en francés, italiano, inglés, alemán, portugués...

Y por parte de la cultura anfitriona, también en castellano y en catalán. Presentó el acto Mary Ann Newman, del Institut Ramon Llull, quien leyó dos poemas de Federico García Lorca (Serenata) y Joan Maragall (Enviant flors).

El primer soneto del Cancionero de Petrarca; la Cantiga VII de Camões; el Soneto 130 de Shakespeare; Barbara, de Prévert, y el Intermezzo 35 de Heine fueron los textos casi se diría que canónicos elegidos por los cónsules.

Y a renglón seguido fueron desfilando los representantes de cada instituto de cultura, mientras en los interludios sonaban por los altavoces canciones de amor de tono y ritmo muy diverso de intérpretes como Madredeus, La Oreja de Van Gogh, Jane Birkin y Serge Gainsbourg...

El recital iba de "amor, amour, amore, love, liebe y amor", como recordaba el programa de mano que se repartía en la entrada, pero los participantes se encargaron de vestir el tema con todos los matices posibles, la subida y la bajada: el enamoramiento y la pasión, por supuesto, pero también el desencuentro y la falta de amor.

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Comenzaron así los portugueses con la lectura de un poema tan triste de Eugenio de Andrade sobre el fin del amor, Adeus, que a alguien del público se le escapó un "¡joder...!" apesadumbrado. Las dos representantes del Instituto Camões siguieron con versos de Sophia de Mello Breyner Andresen y Ana Hatherly. Fue una intervención muy breve, salpicada de fados e interpretada con mucha sobriedad.

Night carnation, de Adrian Henri; una escena de Romeo y Julieta, de William Shakespeare; Love, de Philip Larkin; un pedazo de la novela Alta fidelidad, de Nick Hornby; Celia, Celia, de Adrian Mitchell; un fragmento de La importancia de llamarse Ernesto, de Oscar Wilde, y Vinegar, de Roger McGough... El repertorio en inglés fue generoso, con textos de diversos géneros, e interpretado con mucha gracia y alguna que otra morcilla por cuatro profesores del British Council. Con ellos la velada alcanzó los momentos más irónicos (la certera reflexión de Larkin sobre el egoísmo que esconde el amor y el victimismo casi adolescente en los recuerdos del protagonista de Hornby) y también los más amargos (la voz de McGough diciéndose lo bonito que sería tener que comprar, por lo menos un día, comida para dos en vez de para uno solo).

Como los británicos, los representantes del Instituto Francés mezclaron también lo clásico con lo contemporáneo y aportaron quizá un punto de loco arrebato con Bérénice, de Jean Racine; En esos brazos, de Camille Laurens, y El amante, de Marguerite Duras.

Fue otro repertorio breve que daría paso a uno más largo compuesto por 12 autores en lengua italiana (Dante, Valduga, Ungaretti, Saba, Rinuccini, Montale, Penna, Leopardi, Pavese, De Amicis, Caproni y Luzi) y a otro más, el último, por ocho escritores en lengua alemana (Goethe, Von Günderrode, Von Eichendorff, Rilke, Walser, Brecht, Bachmann y Domin).

Se trataba en conjunto, según explicó el "director de escena", Ton Alberti, de "fomentar la unidad entre profesores y alumnos". Y visto el éxito de la convocatoria, parece que consiguieron algo más.

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