Columna

Jueves de Pasión

Terri Schiavo se apaga dulcemente en un hospital de Miami bajo la cruz de la polémica. Hace quince años era una ciudadana con problemas de sobrepeso que tomó la decisión, como tantas otras jóvenes, de someterse a un régimen para adelgazar. Algo debió fallar y Terri sufrió un ataque al corazón y una lesión cerebral irreversible y profunda. Desde entonces, su "no vida" ha quedado reducida a un estado vegetativo. Un tubo de alimentación le suministra suero con la misma eficacia con la que un sistema de riego alimenta a un bonsái. El hecho ha generado una disputa familiar (el esposo de Terri defie...

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Terri Schiavo se apaga dulcemente en un hospital de Miami bajo la cruz de la polémica. Hace quince años era una ciudadana con problemas de sobrepeso que tomó la decisión, como tantas otras jóvenes, de someterse a un régimen para adelgazar. Algo debió fallar y Terri sufrió un ataque al corazón y una lesión cerebral irreversible y profunda. Desde entonces, su "no vida" ha quedado reducida a un estado vegetativo. Un tubo de alimentación le suministra suero con la misma eficacia con la que un sistema de riego alimenta a un bonsái. El hecho ha generado una disputa familiar (el esposo de Terri defiende la eutanasia y la familia de la mujer la prolongación artificial de la vida) que se ha convertido en los últimos siete años en una polémica nacional entre los sectores más progresistas de la sociedad estadounidense y los más conservadores. En ese tiempo se han agotado todas las vías legales conocidas. Han intervenido veinte jueces y dieciocho tribunales; hasta que el pasado 18 de marzo una orden judicial ordenó la retirada del suministro de suero y la progresiva desconexión de Terri Schiavo a la vida; toda una medida legal que ha indignado a la familia de la paciente hasta el extremo de recurrir al Congreso, al Partido Republicano y al mismísimo George W. Bush. La reacción del presidente de los EE UU no se ha hecho esperar y por arte de birlibirloque se ha sacado de la chistera una ley que traslada la competencia del caso a los tribunales federales. Lo advertía el pasado lunes Scout McClelan, portavoz de la Casa Blanca: "Continuaremos alzándonos por los que están en el lado de los defensores de la vida". Y nada más decirlo, desde el otro mundo rugieron legiones, ejércitos, muchedumbres de soldados, civiles, mujeres, niños y ancianos borrados para siempre de Irak por causa de una guerra inventada e innoble, sacada caprichosamente de la chistera.

El magistrado James Whittemore, juez federal de Florida, se ha mostrado más sensible que todos ellos: ha rechazado la hipocresía y la solicitud de conectar de nuevo a Terri. Es jueves de pasión y la dignidad pide un sitio entre los hombres.

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