EE UU y la UE pactan resolver en tres meses la guerra entre Boeing y Airbus

El acuerdo pretende eliminar las subvenciones y supone retirar las demandas ante la OMC

La Unión Europea y Estados Unidos pactaron ayer una tregua en la guerra que venían librando desde octubre ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) por los miles de millones en ayudas públicas que reciben los fabricantes de aviones Boeing y Airbus. Han decidido darse tres meses para llegar a un acuerdo que ponga fin a las subvenciones de que se benefician ambas compañías y así igualar el campo de competición. Durante este periodo, ni Bruselas ni Washington denunciarán a la otra parte ante la OMC y tampoco concederán ayudas adicionales a los fabricantes para sus grandes aviones.

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La Unión Europea y Estados Unidos pactaron ayer una tregua en la guerra que venían librando desde octubre ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) por los miles de millones en ayudas públicas que reciben los fabricantes de aviones Boeing y Airbus. Han decidido darse tres meses para llegar a un acuerdo que ponga fin a las subvenciones de que se benefician ambas compañías y así igualar el campo de competición. Durante este periodo, ni Bruselas ni Washington denunciarán a la otra parte ante la OMC y tampoco concederán ayudas adicionales a los fabricantes para sus grandes aviones.

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El acuerdo introduce interesada racionalidad en la disputa, que hubiese sido la mayor sobre la que debiera pronunciarse la OMC, con muy probables perjuicios para los dos gigantes de la aviación.

"Con este acuerdo, la UE y Estados Unidos han confirmado su voluntad de resolver esta disputa sobre los aviones de gran capacidad y dedicar tiempo y recursos a resolverla mediante la negociación en vez de recurrir a la OMC", indicó el comunicado de la Comisión con el que Bruselas anunciaba la tregua.

Más tarde, Peter Mandelson, el comisario europeo de Comercio, expresó su satisfacción porque él y el representante de Estados Unidos para el Comercio, Bob Zoellick, hubieran sido capaces de ponerse de acuerdo en resolver el conflicto por la vía pacífica. "Estoy convencido de que de haber llegado hasta las últimas consecuencias en este combate entre gladiadores, cada parte hubiese logrado una victoria pírrica sin resolver el problema de fondo", dijo.

El problema de fondo son las ingentes cantidades que cada fabricante recibe de los respectivos poderes públicos, que la otra parte considera lesivos para sus propios intereses al incrementar la capacidad competitiva del rival. El acuerdo que rige estos pactos fue sellado en 1992 entre Washington y Bruselas, cuando los americanos consideraban que Airbus era una entidad que necesitaba apoyo público para despegar.

Trato de favor

El pasado mes de octubre, de un modo casi imprevisto, Washington denunció unilateralmente ante la OMC este acuerdo por considerar que Airbus ya había crecido lo suficiente como para no seguir necesitando apoyos externos. La Comisión respondió de inmediato a esta denuncia con otra contra "los masivos subsidio concedidos a Boeing": alrededor de 23.000 millones de dólares desde 1992, según los cálculos de Bruselas. Washington alegó entonces que Airbus había recibido más de 15.000 millones en créditos desde 1967.

El pacto de ayer para arreglar amistosamente el diferendo también fue celebrado en Washington, donde Zoellick emitió un comunicado en el que subrayaba que era la primera vez que en esta disputa en que ambas partes se ponían de acuerdo para acabar con los tratos de favor a las empresas. "Hemos decidido que las negociaciones deberán estar concluidas en un plazo de tres meses", señalaba el texto.

"Durante estas negociaciones habrá una paralización de subvenciones y una paralización de litigación. Cada parte evitará tanto tomar medidas adicionales ante la OMC como comprometer nuevos apoyos gubernamentales a los aviones comerciales de gran capacidad"

[aquellos que pueden transportar más de cien pasajeros], indicaba el comunicado.

Aunque el objetivo es llegar a un acuerdo satisfactorio de aquí a abril, la Comisión dejó abierta la puerta a una ampliación del periodo negociador. Después, Washington y Bruselas tratarán de sumar al pacto a terceros, ya sean fabricantes o países, dado que el de la aviación es un complejo universo con multitud de partes implicadas en la fabricación y la inversión. El núcleo de la discusión, y el más difícil, será la definición de la lista de subsidios de que se benefician Airbus y Boeing y, una vez definidos, el modo de actuar ante ellos en un abanico que irá desde la prohibición o la autorización.

No hay ninguna garantía de que ambas partes vayan a alcanzar un acuerdo, pero tienen un alto interés en lograrlo. Ya en septiembre, cuando se negociaba la puesta al día del pacto de 1992, un informe confidencial de la UE reconoció que recurrir a la OMC sería negativo ante la alta posibilidad de que el ente que vela por la transparencia del comercio mundial declarara ilegales las ayudas de que se benefician Airbus y Boeing.

Cuando en octubre Washington denunció a Airbus se habló de ocultas razones electoralistas del presidente George Bush, argumentos desmentidos por los portavoces norteamericanos. Ayer se recordó aquel momento electoral, y hubo analistas que presentaron todo el proceso como un ritual que no pretendía ir más allá dados los altos costes que supondría para las partes la pérdida del pulso.

Los responsables de las dos compañías emitieron sendos comunicados felicitándose por el acuerdo político, revelador de la buena fe con que ambas administraciones afrontan el proceso, según el presidente de Boeing, Harry Stonecipher, quien espera que la negociación concluya con un "muy necesario equilibrio en el mercado de la aviación comercial".

Los fabricantes de Airbus también aludieron a la necesidad de establecer un terreno de competición equilibrado, aunque reconocieron que todavía queda mucho por hacer.

El modelo Airbus 380.
El 7E7 Dreamliner de Boeing.

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