El resultado electoral complica la formación de Gobierno en Rumania

El partido de la minoría húngara tiene la llave de la estabilidad

El estrecho margen que separa a los socialdemócratas, en el poder, de la oposición de centro-derecha en las elecciones parlamentarias del domingo se presenta como un obstáculo político imprevisto para Rumania, que está a punto de terminar sus negociaciones para ingresar en la UE en 2007. Con una diferencia de cinco puntos entre Gobierno y oposición, la posibilidad de formar una coalición sólida que apoye al Ejecutivo no será sencilla.

En las elecciones presidenciales, que también se celebraron el domingo, el primer ministro Adrian Nastase, con un 40,2% de los votos, se enfrentará al alc...

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El estrecho margen que separa a los socialdemócratas, en el poder, de la oposición de centro-derecha en las elecciones parlamentarias del domingo se presenta como un obstáculo político imprevisto para Rumania, que está a punto de terminar sus negociaciones para ingresar en la UE en 2007. Con una diferencia de cinco puntos entre Gobierno y oposición, la posibilidad de formar una coalición sólida que apoye al Ejecutivo no será sencilla.

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En las elecciones presidenciales, que también se celebraron el domingo, el primer ministro Adrian Nastase, con un 40,2% de los votos, se enfrentará al alcalde de Bucarest, Traian Basescu, con un 33,8%, en una segunda vuelta el 12 de diciembre.

"Todo depende ahora del resultado de las presidenciales", aseguraba anoche el analista político Daniel Barbu cuando, según avanzaba el escrutinio, quedaba cada vez más claro que la distancia entre los dos principales partidos (36% de los socialdemocrátas frente a 31% del centro-derecha, con el 70% de los votos escrutados) era menor de la que anunciaron los sondeos a pie de urna. La llave del Gobierno queda ahora, con un 8% de los votos, en manos de la Unión de los Magiares de Rumania (UMR), que representa a la minoría húngara (1,5 sobre 22 millones de rumanos) y que en 1996 y 2000 entró en el Gobierno tanto con el Partido Socialdemócrata (PSD) como con las formaciones unidas en la coalición Justicia y Verdad (DA).

"Puede inclinar la balanza de un lado u otro; pero esperarán al resultado de las presidenciales para acabar de decidirse", señala el profesor Barbu, quien explicaba que la situación era muy similar a lo que ocurrió en España con Convergència i Unió: un partido pequeño a escala nacional, con mucha fuerza a escala regional, se encuentra con la llave del Gobierno. La posibilidad de que uno de los dos grandes partidos llegase a pactar con la tercera fuerza, la formación ultraderechista Rumania Grande, que logró un 13%, es mínima ya que su iluminado líder, Vadim Tudor, no es un compañero con el que uno puede llegar a Bruselas.

Además, la Unión de los Magiares de Rumania ha dejado claro que no aceptará una alianza con un partido que pacte, aunque sea de forma puntual, con Tudor. En las ocasiones anteriores, el principal argumento de la asociación húngara ha sido que, al ser más una organización que representa una comunidad nacional que un partido, su programa podría cuadrar tanto con un partido de derecha como de izquierda.

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Este resultado hará que la campaña para la segunda vuelta de las presidenciales sea todavía más dura que la que acabó el domingo. En la sede del PSD muestran prudencia, pero el opositor Basescu ya ha empezado a disparar y ha levantado el fantasma del fraude. "Basándonos en las sospechas sobre el proceso electoral, existe el peligro de que Rumania sea excluida de la integración en Europa", dijo anoche, consciente de que el 76% de los rumanos ven el ingreso como la única salida a sus problemas de corrupción y pobreza.

El estrecho margen ha hecho que las denuncias de irregularidades hayan cobrado un mayor relieve. Sin embargo, la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) difundió anoche un comunicado en el que señalaba que los "comicios fueron profesionales y organizados con eficacia", aunque se hizo eco de irregularidades y exigió al Gobierno que iniciase una investigación.

Una mujer pasa bajo dos carteles del alcalde de Bucarest, Traian Basescu.AP

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