Lonas para ocultar un lavado de 12 caras

Los responsables de la rehabilitación de la Torre del Oro, conscientes de que se trata de un símbolo de Sevilla, han querido que el edificio no ofrezca mal aspecto durante las obras y han encargado al diseñador Manuel Ortiz que oculte al edificio mientras le lavan sus doce caras. Una lona en distintos colores con las fechas de construcción y rehabilitación cubre desde esta semana el edificio y le aporta una transitoria imagen de modernidad.

La arquitecta María Caballos, responsable del proyecto junto a su socia Cristina Borrero, asegura que las restauraciones que se han realizado en el ...

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Los responsables de la rehabilitación de la Torre del Oro, conscientes de que se trata de un símbolo de Sevilla, han querido que el edificio no ofrezca mal aspecto durante las obras y han encargado al diseñador Manuel Ortiz que oculte al edificio mientras le lavan sus doce caras. Una lona en distintos colores con las fechas de construcción y rehabilitación cubre desde esta semana el edificio y le aporta una transitoria imagen de modernidad.

La arquitecta María Caballos, responsable del proyecto junto a su socia Cristina Borrero, asegura que las restauraciones que se han realizado en el edificio han sido correctas y satisfactorias. "La última restauración de los parámetros exteriores del primer cuerpo se realizó en 1900, mientras que el segundo cuerpo se consolidó en 1969 tras un terremoto que afectó bastante a la ciudad", explicó ayer Caballos.

El edificio, a juzgar por las cifras, es también conocido por dentro. El director del Museo Naval que alberga la torre, el almirante Fernando Riaño, aseguró que lo visitan unas 80.000 personas al año y que el museo -que actualmente funciona con normalidad- se cerrará "el menor tiempo posible". "Tan sólo unos 15 o 20 días", afirmó.

"Nuestro criterio es consolidar, no reponer las piezas que falten. Además, se reutilizará todo el material que actualmente hemos sacado de la demolición de las escaleras. Volveremos ha hacer las escaleras, algo más bajas y más estrechas", explicó la arquitecta, ayer durante una visita a las obras.

Según la responsable del proyecto, la leyenda de que la Torre del Oro estaba recubierta enteramente de azulejos amarillos o, lo que es aún más inverosímil, de pan de oro; no tiene ninguna base histórica. "En 1760, después del gran terremoto de Lisboa, es cuando se construye la linterna y se forra de azulejo, pero según sabemos son los únicos que ha tenido el edificio", añade María Caballos.

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