OPINIÓN DEL LECTOR

Brigadistas en Benicàssim

La lectura en la edición del sábado, 13 de noviembre, de un artículo sobre las Brigadas Internacionales y Benicàssim firmado por Susana Fortes, motiva la presente carta. Era, sencillamente, portador de belleza y de justicia. La emocionante descripción del inmenso gesto de solidaridad que significaron las Brigadas Internacionales conecta con lo mejor del linaje humano. Dudo que haya en la historia de las naciones otro ejemplo de mayor altruismo y fraternidad. Benicàssim, mi ciudad, fue uno de los escenarios referenciales de la presencia de estos voluntarios llegados de todo el mundo. Fuimos hos...

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La lectura en la edición del sábado, 13 de noviembre, de un artículo sobre las Brigadas Internacionales y Benicàssim firmado por Susana Fortes, motiva la presente carta. Era, sencillamente, portador de belleza y de justicia. La emocionante descripción del inmenso gesto de solidaridad que significaron las Brigadas Internacionales conecta con lo mejor del linaje humano. Dudo que haya en la historia de las naciones otro ejemplo de mayor altruismo y fraternidad. Benicàssim, mi ciudad, fue uno de los escenarios referenciales de la presencia de estos voluntarios llegados de todo el mundo. Fuimos hospital de heridos, retaguardia de salud. No podíamos ser otra cosa porque nuestra vocación ancestral es esa: acoger, amparar, desplegar hospitalidad... El emblemático Voramar, las Villas del actual paseo marítimo, el propio cementerio como destino de algunos finales inevitables... Todo configura una geografía indiscutiblemente vinculada a los brigadistas.

Así se reconoce en numerosas tesis, publicaciones e incluso en novelas de autores universales. Benicàssim atesora ese legado. Nos cabe ese honor. Tuve la suerte el pasado verano de ser el alcalde que brindó la placa homenaje a los brigadistas. A petición del honorable colectivo González Chermá, nuestro gobierno accedió a dignificar el recuerdo de aquellos que, en su momento, fueron condenados a lo peor que se le puede hacer a un ser humano. Se les borró de la memoria. Tras la guerra, el fascismo profanó sus tumbas y depositó sus restos en un osario anónimo sin registro alguno.

Este verano, nosotros sólo colocamos una placa recordando que en aquel recinto yacen seres humanos sin nombres. Gentes que vinieron a morir por nuestras libertades y por el orden constitucional del momento. Tras la moción de censura del pasado 29 de julio, otro gobierno memoricida (el pacto del hormigón) retiró la placa, al tiempo que manifestaba argumentos tan espurios como aquello de los dos bandos, las sensibilidades ofendidas, etc. No han entendido nada. Nosotros hablábamos de sentimientos y de paz. Pero el gobierno actual sólo advirtió fantasmas y atentó inmisericorde contra la verdad. Que restituyan la dignidad de los brigadistas. Sigue siendo nuestra dignidad de hoy.

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