LA FINANCIACIÓN DE LA PÚBLICA Y LA CONCERTADA EN CATALUÑA

Aulas de acogida para todos

Las administraciones, en muchas ocasiones, oficializan e implementan medidas que ya están en marcha desde otros ámbitos sociales, pero con más medios y, sobre todo, financiación. Éste es el caso de las aulas de acogida, un proyecto que este año se estrena en el departamento de Educación en 665 escuelas catalanas, 100 de ellas concertadas, pero que ya funcionaba, de forma voluntarista y sin apenas apoyo económico, en algunos centros.

La iniciativa consiste en habilitar en espacio de aterrizaje, de apoyo y refuerzo académico y también emocional a los alumnos que procedencia inmigrante que...

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Las administraciones, en muchas ocasiones, oficializan e implementan medidas que ya están en marcha desde otros ámbitos sociales, pero con más medios y, sobre todo, financiación. Éste es el caso de las aulas de acogida, un proyecto que este año se estrena en el departamento de Educación en 665 escuelas catalanas, 100 de ellas concertadas, pero que ya funcionaba, de forma voluntarista y sin apenas apoyo económico, en algunos centros.

La iniciativa consiste en habilitar en espacio de aterrizaje, de apoyo y refuerzo académico y también emocional a los alumnos que procedencia inmigrante que acaban de incorporarse al sistema educativo catalán.

"La idea es que para que sea realmente una medida inclusiva, un miembro del equipo docente del centro asuma el papel de tutor de este aula", explica Josep Vallcorba, responsable de la recién creada subdirección de Lengua y Cohesión Social: así, integrado en el claustro y con un profundo conocimiento del centro, de las familias y el barrio, "este tutor, que tiene sustituto para su trabajo anterior, se dedica exclusivamente a esta tarea a lo largo del curso, lo que posibilita una labor de acogida y bienvenida flexible y que se adapta a las necesidades de cada estudiante recién llegado, que combina la estancia en ese espacio con las clases habituales", subraya Vallcorba.

En Terrassa, en un barrio con una gran presencia inmigrante, Rosa Líndez es la tutora del aula de acogida de la escuela Ramón Pont, de régimen concertado. "La iniciativa funciona bien porque, para empezar, significa poner un nombre y una ubicación a una medida necesaria para integrar y nivelar a los alumnos que llegan", reconoce Líndez. Varios carteles con nombres como "pizarra", "libretas" o "puerta" subrayan, de un plumazo, la complejidad de enseñar el idioma y nuevos hábitos de estudio a una decena de alumnos en edad de primaria como Omar, Aziza, Soumaya o Hanan, que acaban de llegar, la mayoría de ellos de municipios del interior de Marruecos.

En el corazón del barrio del Raval, de Barcelona, otro centro concertado, la escuela Vedruna, también ha habilitado un aula de acogida para niños o jóvenes venidos de más de treinta países que funciona con material pedagógico del profesorado. "Ésta es una escuela muy antigua y ya habíamos realizado estrategias parecidas", explica la directora Mari Carme Molist, para quien llevar a cabo una verdadera labor de acogida es "imprescindible".

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