París exhibe la escultura románica del valle pirenaico de Boí

Hace ya más de 800 años, en los recónditos valles del Pirineo catalán, se edificó una serie de modestas iglesias con las que los señores del lugar daban gracias por la relativa riqueza conseguida explotando los derechos de paso fronterizos y, sobre todo, el éxito de sus expediciones guerreras contra poblaciones lejanas. Esas iglesias estaban decoradas con pinturas y esculturas que ayudaban a difundir la doctrina oficial entre unos campesinos de convicciones vacilantes. Y ahí permanecieron durante siglos, aunque el concilio de Trento acabó por arrinconar las tallas o recubrir los muros con otro...

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Hace ya más de 800 años, en los recónditos valles del Pirineo catalán, se edificó una serie de modestas iglesias con las que los señores del lugar daban gracias por la relativa riqueza conseguida explotando los derechos de paso fronterizos y, sobre todo, el éxito de sus expediciones guerreras contra poblaciones lejanas. Esas iglesias estaban decoradas con pinturas y esculturas que ayudaban a difundir la doctrina oficial entre unos campesinos de convicciones vacilantes. Y ahí permanecieron durante siglos, aunque el concilio de Trento acabó por arrinconar las tallas o recubrir los muros con otros pasajes bíblicos. No fue hasta principios del siglo XX que ese patrimonio fue redescubierto y entonces, con gran rapidez, coleccionistas de medio mundo compraron a bajo precio todo lo que era susceptible de ser transportado: esculturas, retablos e incluso claustros.

En el Musée National du Moyen Âge-Thermes de Cluny, en París, y hasta el 3 de enero, podrán verse, reunidas por vez primera, esculturas procedentes de Durro, Erill la Vall, Taüll y el valle de Arán. La mayoría procede de Cataluña, de los museos de Barcelona y Vic, aunque la más hermosa de las tallas tiene como residencia fija la iglesia de Sant Miquel de Vielha. Por fin quedan dos vírgenes, dos esculturas de mujeres cubiertas con un curioso tocado; una es propiedad del museo parisiense sólo desde el 2001 y la otra viene de la Universidad de Harvard, del Fogg Museum. En total se presentan 16 esculturas realizadas en el siglo XII, algunas de ellas formando parte de conjuntos que el azar ha separado.

Para Xavier Desctot, comisario francés de la exposición, "al margen del interés estético de la muestra, la reunión de todas estas obras tiene un valor científico importante porque permite afinar la datación de cada una de ellas, comprobar la exactitud de hipótesis iconográficas aventuradas hasta ahora y llegar a conclusiones casi definitivas sobre la autoría de las mismas". La exposición se presentará, ampliada, a comienzos de 2005 en el Museo Nacional de Arte de Cataluña y con las aportaciones de otro comisario, Jordi Camps.

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