Reportaje:

El nieto del 'avi Siset'

El juez Ponç Feliu reivindica los valores republicanos de su abuelo, inmortalizado en 'L'estaca'

"Este és un acto de reafirmación republicana, no la presentación de un libro". Así empezó su intervención el magistrado Ponç Feliu Llansa la noche del pasado jueves en el Ateneo Barcelonès. Fue una cena de 30 personas convocadas por la Asociación Catalana de Juristas Demòcratas y el motivo no era otro, lo quisiera o no el juez, que hablar de L'avi Siset, el libro que ha escrito sobre su abuelo, Narcís Llansa, al que alude la canción de Lluís Llach L'estaca, de la que se conocen más de 170 versiones.

Llansa era un barbero de Besalú que fue concejal de ERC en la Segunda Repú...

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"Este és un acto de reafirmación republicana, no la presentación de un libro". Así empezó su intervención el magistrado Ponç Feliu Llansa la noche del pasado jueves en el Ateneo Barcelonès. Fue una cena de 30 personas convocadas por la Asociación Catalana de Juristas Demòcratas y el motivo no era otro, lo quisiera o no el juez, que hablar de L'avi Siset, el libro que ha escrito sobre su abuelo, Narcís Llansa, al que alude la canción de Lluís Llach L'estaca, de la que se conocen más de 170 versiones.

Llansa era un barbero de Besalú que fue concejal de ERC en la Segunda República y con el que Llach iba a pescar en las tórridas tardes de verano, cuando el cantante tenía 14 o 15 años. "Supongo que con mi abuelo, Lluís descubrió unos ideales que le abrieron los ojos porque él era hijo de un alcalde franquista de Verges", explicó Feliu. Luego recordó que Llach, en sus inicios, "era un pésimo letrista" y que la melodía del estribillo de L'estaca la tarareaban unos amigos antes de que adquiriese cuerpo de canción, en una época en la que Llach pasaba el día oyendo la radio francesa y decidió darle mucho énfasis fonético al escuchar "tombe, tombe, tombe", luego catalanizado. Además, la canción se incluyó a última hora porque la casa discográfica advirtió que sobraba un espacio.

Pero más allá de las anécdotas, Ponç Feliu deleitó a los asistentes con su oratoria para referirse a la vida cotidiana de las gentes de la Garrotxa en el último siglo, que es el que vivió su abuelo, pues Siset murió a los 93 años en 1983. Esa vida cotidiana no se entiende sin los ajetreados momentos que significaron la Semana Trágica y las dos guerras mundiales, las dos etapas republicanas y el franquismo. "El libro es la realidad novelada", dijo el líder vecinal Jordi Gasull, gran amante de la literatura. "La Cataluña real es efervescente, con conflictos, no es montserratina y rezuma miel. El libro lo recoge muy bien", precisó el dirigente de ERC Carles Bonet.

El juez perdió algo de la ponderación que le caracteriza cuando reclamó un homenaje para Salvador Seguí, el noi del sucre, asesinado por la patronal en la época del pistolerismo. O cuando evocó a otro represaliado por el franquismo de la Garrotxa que se salvó al estilo de Sánchez Mazas y murió mucho después delirando con la frase "¡No me matéis!, ¡no me matéis!".

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