Alcaín consigue el Premio Nacional de Artes Plásticas por una carrera de 50 años

"Lo que hacía en los sesenta era un pop muy caserito; sigo a mi aire", declara el pintor

El pintor Alfredo Alcaín (Madrid, 1936) obtuvo ayer el Premio Nacional de Artes Plásticas 2003, que concede la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Educación y Cultura en reconocimiento a una trayectoria profesional. Durante 50 años, la pintura de Alcaín se ha relacionado con el pop y el realismo social, a partir de las imágenes populares de las fachadas de comercios. Sus últimos trabajos sólo tienen líneas y colores. "Camino hacia un precipicio, con cuadros muy lineales y sintéticos, que se alejan de la figuración", declaró el artista tras conocer el premio.

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El pintor Alfredo Alcaín (Madrid, 1936) obtuvo ayer el Premio Nacional de Artes Plásticas 2003, que concede la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Educación y Cultura en reconocimiento a una trayectoria profesional. Durante 50 años, la pintura de Alcaín se ha relacionado con el pop y el realismo social, a partir de las imágenes populares de las fachadas de comercios. Sus últimos trabajos sólo tienen líneas y colores. "Camino hacia un precipicio, con cuadros muy lineales y sintéticos, que se alejan de la figuración", declaró el artista tras conocer el premio.

El jurado del Premio Nacional de Artes Plásticas, dotado con 30.050 euros, estuvo formado por el director general de Bellas Artes, Joaquín Puig de la Bellacasa, como presidente; el pintor Juan Uslé, premiado el año pasado; los críticos de arte Enrique Andrés Ruiz, Pablo Jiménez y Fernando Huici; el profesor de Estética y crítico Guillermo Solana, y el director general de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón, Jaime Vicente Redón.

Alfredo Alcaín ha sido galardonado por su aportación a las artes plásticas desde una visión personal del pop y su posterior reflexión sobre los estereotipos de las vanguardias y la modernidad, según el jurado. "Está bien recibir un premio sin presentarse, y la trayectoria llega ya a los 50 años", declaró ayer.

El artista, ausente de los circuitos oficiales, prepara su primera exposición en Barcelona, en enero próximo, y otra en Madrid en marzo. La pasada temporada expuso en Madrid y Valencia. Alcaín declara que está en un momento de cambio, sobre todo con sus últimos dibujos, donde la figuración va desapareciendo. "Es como situarse en el precipicio, al hacer unos bodegones cada vez más sintéticos y lineales, donde predominan el color y las líneas, con variaciones, pero donde desaparece la función figurativa. Es una manera de caminar hacia adelante, o hacia atrás, que nunca se sabe. El caso es dar otro paso".

Alcaín recordaba ayer sus comienzos, cuando al terminar sus estudios de pintura en la Escuela de Bellas Artes de Madrid entró en la Escuela de Cine para seguir la especialidad de decoración, al considerar que no se podía vivir de la pintura. Llegó a ser ayudante de decoración en dos o tres películas y realizó el decorado teatral de la obra El pupilo quiere ser tutor, el primer trabajo de José Luis Gómez en España, pero regresó a la pintura. "En el trabajo colectivo no me defiendo bien; soy un solitario". Con las pinturas de escaparates y tiendas antiguas de Madrid, la obra de Alcaín se situó dentro de los comienzos del pop en España, con un modelo americano convertido en castizo y popular. "Siempre he estado ligado al pop, pero nunca he estado demasiado dentro. Siempre nos gusta salirnos del encasillamiento, y yo sigo a mi aire, no es un estilo claro. La imagen de las tiendas, bares, escaparates, dicen que era pop, pero no era nada pop; es un lenguaje más realista. El pop es más americano, con coches y motos. Lo que hacía en los años sesenta y setenta era más provinciano, un pop muy caserito, con imágenes populares".

En estas imágenes del "pop del subdesarrollo" (Luis Gordillo) se vieron también aspectos críticos del realismo social. Alcaín afirma que en esos años de lucha contra el régimen, todo se veía como crítica. "No era una pintura con sentido crítico, ni la fachada de una mercería era estar contra el capitalismo". El pintor no participa de grupos ni de tendencias; prefiere estar con su "grupito" de amigos desde los años sesenta, donde figuran Luis Fernando Aguirre, Luis de la Cámara, Baquedano y otros.

El jurado del premio ha señalado su reflexión sobre los estereotipos de la modernidad, donde figuran sus estudios sobre el cubismo y la serie de los ochenta en torno al cuadro Frutero, mantel, vaso y manzanas, en pinturas, dibujos y grabados. También incorpora collages y objetos encontrados. "Soy un poco caprichoso, soy muy variado, voy metiendo diversas cosas, pero siempre prevalece la pintura. Me he preocupado poco de hacer cosas diferentes".

El pintor Alfredo Alcaín.EFE
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