Reportaje:

'Empollar' en valenciano

Vicent Llorens Quintana tiene 23 años y su hermana Clara, 17. Han estudiado y estudian bajo la implantación de la Llei d'Ús i Ensenyament. Ambos viven en El Puig. Su padre siempre les ha hablado en valenciano, su madre, aragonesa, en castellano. Vicent, Sento como le llaman todos, cursó estudios en castellano en la escuela pública del pueblo y en el instituto de Puçol. No había entonces líneas en valenciano. "Algunas clases se daban en valenciano por iniciativa de los profesores", comenta. Luego llegó a la Universidad Politécnica para estudiar Ingeniería Técnica Industrial y pidió estud...

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Vicent Llorens Quintana tiene 23 años y su hermana Clara, 17. Han estudiado y estudian bajo la implantación de la Llei d'Ús i Ensenyament. Ambos viven en El Puig. Su padre siempre les ha hablado en valenciano, su madre, aragonesa, en castellano. Vicent, Sento como le llaman todos, cursó estudios en castellano en la escuela pública del pueblo y en el instituto de Puçol. No había entonces líneas en valenciano. "Algunas clases se daban en valenciano por iniciativa de los profesores", comenta. Luego llegó a la Universidad Politécnica para estudiar Ingeniería Técnica Industrial y pidió estudiar en valenciano. Tampoco había línea y ha acabado en castellano su carrera universitaria.

El caso de Clara es distinto. Fue a una escuela concertada, la Masia, íntegramente en la lengua de Ausiàs March, al igual que su amiga Elisabet Palazón Radford, de padre valenciano y madre inglesa. Ahora ambas cursan segundo de Bachillerato en el Instituto Luis Vives de Valencia. Querían continuar en la línea en valenciano, pero su grupo no era suficiente y se tuvieron que mezclar con alumnos en castellano. Ahora sólo recibe dos asignaturas en la lengua que ha escogido, la obligatoria de valenciano y otra, "porque el profesor quiere".

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Sento, Clara y Elisabet hablan valenciano normalmente. En general, los tres dicen sentirse cómodos y no discriminados, y admiten que se pasan al castellano cuando les contestan en la lengua de Cervantes, lo que es habitual, por ejemplo, en las tiendas de Valencia. Bueno a veces sí que se han sentido discriminados, recuerda Clara, y relata la anécdota de cuando fue a comprar sellos a un estanco y preguntó por la bústia. "No hablamos cosas raras", recibió de respuesta. "Pero en general no me siento discriminada", añade Elisabet.

De la misma opinión es Sento, si bien reconoce que en Valencia ciudad no es muy común que te hablen en valenciano, fuera de barrios como Benimaclet, por ejemplo. También comenta una situación frecuente: siempre se dirige en castellano con un amigo en particular, cuando ambos hablan normalmente en valenciano, porque los dos se conocieron en un contexto en que todos empleaban la lengua castallana.

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