Once autores ofrecen un panorama del arte húngaro actual

Las tendencias de los años noventa forman la exposición 'Cruising Danubio'

Los 11 artistas de la exposición Cruising Danubio forman parte de la nueva escena del arte húngaro actual. Las tendencias de los años noventa se extienden por la sala de la Consejería de las Artes de la Comunidad de Madrid (www.madrid.org, Alcalá, 31, hasta el 7 de diciembre), con algunos nombres, como Emese Benzúr, Antal Lakner, Little Warsaw y Csaba Nemes, que han participado en bienales internacionales.

Los comisarios de la muestra, Agustín Pérez Rubio y Zsolt Petrányi, quieren mostrar el "sentimiento glocal", al reunir la visión local de la sociedad húngara y la global...

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Los 11 artistas de la exposición Cruising Danubio forman parte de la nueva escena del arte húngaro actual. Las tendencias de los años noventa se extienden por la sala de la Consejería de las Artes de la Comunidad de Madrid (www.madrid.org, Alcalá, 31, hasta el 7 de diciembre), con algunos nombres, como Emese Benzúr, Antal Lakner, Little Warsaw y Csaba Nemes, que han participado en bienales internacionales.

Los comisarios de la muestra, Agustín Pérez Rubio y Zsolt Petrányi, quieren mostrar el "sentimiento glocal", al reunir la visión local de la sociedad húngara y la global al desaparecer el arte nacional. Proponen una "panorámica innovadora, fresca, a veces irónica y hasta burlesca del arte emergente de Hungría", en un rastreo y cruce continuo entre las dos partes que divide el río Danubio a la capital Budapest, el centro artístico junto con Pecs. En el montaje, "con espacio para que respire cada obra", se han distribuido pinturas de Adrián Kupcsik, autorretratos de Kristza Nagy, instalaciones de Emese Benzúr, vídeos de Common Name Production, Hajnal Németh y László Csaki, esculturas de Little Warsaw, piezas de gimnasia de Antal Lakner, fotografías de Gyenis Tibor y Dezsö Szabó y los dibujos narrativos de Csaba Nemes.

"Creo que es una selección coherente, atractiva y multidisciplinar para el visitante que no conoce el arte húngaro de hoy", declara Agustín Pérez Rubio. "Las piezas traen el espíritu del húngaro, que con sutileza reflexiona sobre el tiempo, el erotismo, el juego, la infancia, la identidad individual, con un sentido de lo narrativo y con las imágenes de la sociedad de consumo".

Una pieza de Diary of a Fictional Love (2003), de Kriszta Nagy.
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