LA POSGUERRA DE IRAK

La responsabilidad de Bush y Powell

En febrero de 2002, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) encargó al embajador Joseph C. Wilson, experto en cuestiones africanas, investigar un asunto que interesaba a la Administración Bush. Se trataba de la presunta compra de uranio enriquecido que habría realizado Sadam Husein en Níger. Wilson viajó a Níger y realizó una investigación. De regreso a Washington, informó a la CIA sobre sus conclusiones: el presunto contrato de compra de uranio enriquecido era una patraña. También informó de ello a la oficina de África del Departamento de Estado.

El 28 de enero de 2003, George W. Bush...

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En febrero de 2002, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) encargó al embajador Joseph C. Wilson, experto en cuestiones africanas, investigar un asunto que interesaba a la Administración Bush. Se trataba de la presunta compra de uranio enriquecido que habría realizado Sadam Husein en Níger. Wilson viajó a Níger y realizó una investigación. De regreso a Washington, informó a la CIA sobre sus conclusiones: el presunto contrato de compra de uranio enriquecido era una patraña. También informó de ello a la oficina de África del Departamento de Estado.

El 28 de enero de 2003, George W. Bush habló en su discurso sobre el estado de la Unión de la amenaza que representaba el régimen iraquí ya que, aseguró, mantenía un programa nuclear activo. Como prueba, dijo que, según el Gobierno británico, Irak había comprado uranio enriquecido a un país de África.

El pasado 6 de julio, Wilson narró en The New York Times su peripecia y recordó su sorpresa al ver a Bush hablar de la compra de uranio enriquecido a un país africano, sin citar a Níger.

El artículo de Wilson arrancó a la Casa Blanca de su tradicional hermetismo. Ari Fleischer, el portavoz, admitió que la afirmación de Bush era un error. El secretario de Estado, Colin Powell, declaró el pasado jueves 11 de julio en Suráfrica que, al hacer su presentación ante el Consejo de Seguridad de la ONU, el 5 de febrero, concluyó que el tema de la compra de uranio a Níger no resistía la prueba del tiempo y que por ello no lo mencionó ni ese día ni más tarde.

Esta secuencia de los hechos podría llevar a una conclusión errónea: ¡lástima que el artículo de Wilson llegara tan tarde, tres meses y medio después de consumada la guerra de Irak! Que Wilson se tomó su tiempo es indiscutible. Pero no fue él quien denunció el montaje. Y quien lo hizo tenía la suficiente autoridad para hacerlo. Y fue antes de la guerra.

Las autoridades norteamericanas y británicas proporcionaron en los primeros días de marzo al director del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Mohamed el Baradei, los documentos sobre el presunto contrato entre Irak y Níger. El 7 de marzo, después de averiguar El Baradei, informó al Consejo de Seguridad.

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"La OIEA ha discutido estos informes con los Gobiernos de Irak y de Níger, quienes niegan que esta actividad tuviera lugar. Por su parte, Irak ha ofrecido una coherente explicación sobre sus relaciones con Níger y ha descrito una visita de un funcionario iraquí a varios países africanos, incluyendo Níger, en febrero de 1999, sobre la cual cree Irak que pudieron haberse elaborado esos informes. La OIEA ha podido verificar correspondencia procedente de varios departamentos del Gobierno de Níger y comparar los formularios, contenidos y firmas con aquellos que figuran en la presunta documentación aportada. En base a un profundo examen, la OIEA ha concluido, con el apoyo de expertos independientes, que estos documentos

[aportados por Reino Unido y EE UU], que constituyen la base de los informes sobre la compra de uranio enriquecido entre Irak y Níger, no son auténticos. Hemos concluido que las acusaciones son infundadas".

Ni el Gobierno de Bush ni el primer ministro británico, Tony Blair, cuestionaron las afirmaciones de El Baradei ante el Consejo de Seguridad. La razón es evidente: admitir la manipulación del contrato de Níger hubiera arrojado sombra sobre todas las acusaciones sobre las presuntas armas de destrucción masiva en manos del regimen iraquí. Y la guerra tenía que ser una realidad en pocos días más.

Colin Powell explicó al Consejo de Seguridad que Sadam Husein mantenía un programa activo de armas nucleares y centró su tesis en la compra de tubos de aluminio que, según dijo, podían ser utilizados para centrifugar uranio enriquecido.

Ahora, Powell sostiene que no mencionó el tema de Níger porque no tenía garantías. Pero el 19 de diciembre de 2002, al examinar las respuestas de Bagdad a los inspectores de la ONU, la oficina del portavoz de Powell publicó un comunicado oficial. "La declaración [de Irak]ignora los esfuerzos para obtener uranio de Níger. ¿Por qué oculta el régimen iraquí la búsqueda de uranio?". Aunque no mencionara el tema de Níger el 5 de febrero de 2003, todas las pruebas esgrimidas por Powell sobre el programa nuclear iraquí siguen sin ser validadas tres meses después del final de la guerra.

El artículo de Wilson, todo hay que decirlo, omitió la declaración oficial de El Baradei. ¿No recordó Wilson ese día, 7 de marzo de 2003, sus peripecias en Níger durante febrero y marzo de 2002, cuando tuvo que oír por la televisión, radios, agencias y periódicos que, según el director de la OIEA, los documentos aportados no eran auténticos, es decir, falsos?

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