Reportaje:

El presidente hace campaña por la reforma

Brasil recibe con entusiamo el galardón para el mandatario en medio de un intenso debate sobre los cambios sociales

La noticia de que había sido galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional le llegó al presidente Luiz Inácio Lula da Silva la tarde del martes, cuando estaba en la ciudad de Pelotas, en el Estado de Río Grande do Sul. Estaba pronunciando en la calle el discurso más duro desde que fue elegido, en respuesta a los grupos que se oponen a la reforma de la Seguridad Social para defender viejos privilegios. Pero la oficina de prensa de la Presidencia decidió no comentar la noticia hasta conocer el veredicto oficial de ayer en Oviedo.

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La noticia de que había sido galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional le llegó al presidente Luiz Inácio Lula da Silva la tarde del martes, cuando estaba en la ciudad de Pelotas, en el Estado de Río Grande do Sul. Estaba pronunciando en la calle el discurso más duro desde que fue elegido, en respuesta a los grupos que se oponen a la reforma de la Seguridad Social para defender viejos privilegios. Pero la oficina de prensa de la Presidencia decidió no comentar la noticia hasta conocer el veredicto oficial de ayer en Oviedo.

Los noticiarios nacionales de radio y televisión no se resistieron y, ya en la noche del martes, anunciaron que el candidato favorito para el Príncipe de Asturias era el presidente Lula, cuya popularidad sigue en alza, con casi un 80% de consenso, más aún que su propio Gobierno. Su carisma es personal. Todos los portales de Internet y los noticiarios de televisión abrieron ayer con la noticia de la concesión del premio, destacando que le había sido otorgado por "hacer política con el corazón" y por haberse convertido "en referencia moral de la política". Algunos portales, como Terra, destacaron las palabras del socialista español Enrique Barón comentando el premio a Lula, cuando afirmó: "Los tiempos turbios y turbulentos vividos actualmente obligan a un esfuerzo mayor en favor de la cooperación internacional".

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Lula recibió la noticia oficial en Asunción, donde se hallaba para asistir a la cumbre de Mercosur. Según Ricardo Kotscho, responsable de Información de la Presidencia de la República, se mostró "sorprendido y feliz" con la noticia.

Los comentaristas políticos brasileños señalaron ayer que el reconocimiento de la Fundación Príncipe de Asturias a Lula es una señal más del actual prestigio de Brasil en el mundo. El mismo presidente había afirmado con rotundidad en el discurso de Pelotas, al comentar sus seis primeros meses de gobierno: "Nosotros recibimos este país roto, sin un dólar para financiar nuestras exportaciones, y había quien decía: 'Lula no puede gobernar porque no sabe inglés'. Pues bien, hoy dudo de que en algún momento este país haya gozado de la respetabilidad que hoy goza en todo el mundo".

A los que le acusan de ir demasiado despacio en las reformas, entre ellos su antecesor, Fernando Henrique Cardoso, que ha afirmado que muchos de los que votaron a Lula "deben estar desilusionados", el presidente, que ama las metáforas y las comparaciones, ha respondido que siempre admiró "la paciencia de los pescadores", y revelando un dato personal, ante la presencia de su esposa Marisa, dijo días atrás: "Lo que yo más deseaba cuando me casé con ella era tener un hijo, y ella se quedó embarazada el día mismo de la boda, pero tuve que esperar nueve meses para que la criatura naciera. Después de nacer tuve que esperar casi un año para verla gatear. Yo me quedaba sentado mirándola y diciéndole: anda, anda, y no andaba. Alguien tenía que enseñarle a caminar. Brasil estaba quebrado y alguien va a tener que salvar a este país".

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Lula, que había confesado, ante las resistencias que está encontrando en el camino de las reformas, que "las cosas no son tan fáciles como la gente imagina", añadió, sin embargo: "Yo sé que a mí no se me va a perdonar el equivocarme". Dijo también que sabe muy bien que "el hambre siempre tiene prisa", pero que él va a conseguir cumplir lo que prometió. "No pido unanimidades. Pido sólo sentido común". Y con una punta de orgullo viene repitiendo que aprendió el difícil arte de la negociación "no en las universidades, sino en el suelo de las fábricas".

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