Bruselas pone fin a más de 60 regímenes fiscales especiales en la UE

Las medidas del 'paquete fiscal' aprobado combatirán el fraude con más eficacia

La Unión Europea dio el pasado martes, después de cinco años y medio de duras negociaciones, el primer gran paso hacia la armonización de la fiscalidad en la Unión Europea desde la creación del IVA en 1977. Las medidas que se incluyen en el que se ha bautizado como paquete fiscal permitirán, además, combatir la evasión con mayor eficacia y poner fin a una serie de 66 regímenes especiales dañinos para la competencia en el seno del mercado común, como los que amparan la creación de sociedades offshore (exentas) en Gibraltar.

El acuerdo llega como agua de mayo, en un momento especia...

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La Unión Europea dio el pasado martes, después de cinco años y medio de duras negociaciones, el primer gran paso hacia la armonización de la fiscalidad en la Unión Europea desde la creación del IVA en 1977. Las medidas que se incluyen en el que se ha bautizado como paquete fiscal permitirán, además, combatir la evasión con mayor eficacia y poner fin a una serie de 66 regímenes especiales dañinos para la competencia en el seno del mercado común, como los que amparan la creación de sociedades offshore (exentas) en Gibraltar.

El acuerdo llega como agua de mayo, en un momento especialmente delicado para las finanzas públicas porque la crisis impide que el dinero fluya a las arcas nacionales en la cantidad que se desearía para compensar los gastos.

La única alternativa que se planteaba ante esta evidente pérdida de ingresos era compensarla con una mayor presión fiscal, algo que nunca aceptarían los ciudadanos y que iría contra las políticas de recortes de impuestos que están aplicando la práctica totalidad de los gobiernos europeos.

Pero esta armonización fiscal no es del todo real ni tampoco tan ambiciosa como la que diseñó la Comisión Europea en 1997. Para conseguir "arrancar" el acuerdo de los Quince, aunque fuera de mínimos, ha sido inevitable que se dejaran caer cosas por el camino, algunas tan trascendentales como el fin del secreto bancario.

Se trata, en definitiva, de una "armonización a la carta" que se ajusta a los intereses nacionales de cada país. Sirva de ejemplo que Italia condicionó su voto a que se le hiciera la vista gorda a los 648 millones de euros de multa que debían pagar sus agricultores por rebasar las cuotas lecheras fijadas por la Unión Europea. Éstos son los principales puntos del acuerdo:

- Ahorro. La directiva entrará en vigor en 2005 y afectará a los ahorradores particulares que tengan cuentas fuera de su país de residencia. Se vendió al principio como el fin del secreto bancario. Sin embargo, Luxemburgo, Bélgica y Austria mantendrán este "servicio especial" a sus clientes hasta que Suiza, Mónaco, Andorra, San Marino, Liechtenstein y EE UU hagan lo propio.

A cambio, aplicarán un impuesto a los rendimientos generados por sus ahorros, que llegará al 35% en 2011. Una parte de esa retención revertirá al país de origen de los titulares. El resto de países de la UE se limitarán a intercambiar información sobre los depósitos de los no residentes para evitar la evasión fiscal.

- Código de conducta. Los gobiernos nacionales, regionales y locales europeos deberán respetar una serie de reglas legales y administrativas para evitar que se implanten regímenes fiscales que favorezcan la localización de empresas en determinadas zonas de la UE donde obtienen grandes ventajas. Además, se deberán eliminar antes de 2006 un total de 66 regímenes potencialmente dañinos para la competencia, entre ellos tres declarados ilegales en Gibraltar y otros 23 en los territorios de ultramar. No es jurídicamente vinculante y a algunos países se les deja de plazo hasta el año 2012

- Intereses y cánones. Su objetivo es eliminar desde el ejercicio 2004 las retenciones fiscales que se aplican en la actualidad en los pagos de intereses y cánones entre las empresas matrices y sus compañías filiales. Se reducirán así los trámites administrativos. Pero se han introducido cómodos plazos para que los países se adapten a su ritmo. En el caso de España está previsto que goce de un periodo de transición de siete años.

Energía, cuestión aparte

En el siempre delicadísimo apartado de la energía, la Unión Europea ha decidido actualizar los umbrales mínimos que gravan los combustibles.

En el fututro serán más altos que los actuales y hacia ellos tendrán que converger todos los países miembros del gran mercado europeo tarde o temprano.

Por primera vez, y pese a las reticencias de los grandes conglomerados energéticos, se ha decidido introducir un impuesto con un objetivo ecológico para el consumo de electricidad, de gas natural y también de carbón.

El nuevo régimen impositivo comenzará a aplicarse a partir del 1 de enero del año 2004. Pero la armonización es prácticamente virtual, porque lo que se consigue con el acuerdo pactado es legalizar un centenar de derogaciones existentes en los Estados miembros.

Y esto sin contar con los generosos plazos transitorios que se han dejado a algunos países para llegar hasta los umbrales mínimos comunes fijados en la directiva.

El fracaso en este delicado punto, en todo caso, como dicen los que participaron en la negociación, habría puesto en evidencia la incapacidad de la Unión Europea y su credibilidad para llegar a una armonización de sus políticas, y de imponer una cierta disciplina fiscal aunque fuera mínima. Así es, según señalan los entendidos, como se hace Europa, paso a paso y teniendo en cuenta las especificidades de cada Estado miembro.

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