Los laboristas quieren condicionar la asistencia médica a fumadores y obesos

La iniciativa pretende que los enfermos obedezcan a los médicos

El Partido Laborista quiere condicionar la asistencia sanitaria gratuita al buen comportamiento de los enfermos. El partido que gobierna el Reino Unido está debatiendo esa posibilidad de cara a las próximas elecciones, aunque un portavoz ha negado que quieran privar de asistencia sanitaria a los gordos que no adelgacen o a los fumadores que no dejen el vicio. Pero su proyecto de ligar mediante contrato el nivel de prestación del asistente con una serie de compromisos a cumplir por el asistido ha provocado una catarata de protestas.

"Los gordos tendrán que adelgazar para ver al médico", ...

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El Partido Laborista quiere condicionar la asistencia sanitaria gratuita al buen comportamiento de los enfermos. El partido que gobierna el Reino Unido está debatiendo esa posibilidad de cara a las próximas elecciones, aunque un portavoz ha negado que quieran privar de asistencia sanitaria a los gordos que no adelgacen o a los fumadores que no dejen el vicio. Pero su proyecto de ligar mediante contrato el nivel de prestación del asistente con una serie de compromisos a cumplir por el asistido ha provocado una catarata de protestas.

"Los gordos tendrán que adelgazar para ver al médico", titulaba ayer su primera página The Times, disparando las alarmas. El plan está detallado en cinco documentos que circulan ya entre los militantes laboristas y que será llevado al congreso del partido en otoño, aprobado en 2004 e incluido en el programa electoral en 2005. Aún queda tiempo hasta que gordos y fumadores tengan que curarse a sí mismos para tener derecho a que el médico les cure el resto de sus problemas físicos o psicológicos.

Pero el Partido Laborista asegura que no se trata de eso, sino de buscar fórmulas para concienciar a los pacientes de que el sistema público de salud no es una caja sin fondo y de que la relación entre enfermos y enfermeros tiene que ir en las dos direcciones. La propuesta a debate es que ambas partes firmen una especie de contrato donde se especifica a qué se comprometen. El sistema de salud, a suministrar un tratamiento de un determinado nivel. Y el enfermo, a cumplir a rajatabla las órdenes del médico.

El primer problema que se suscita es que está muy claro el castigo al enfermo (deja de recibir tratamiento si no cumple), pero no el castigo a la otra parte. Y, quizá más importante aún, ¿quién cumple ese castigo? ¿El médico? ¿El gerente del hospital? ¿El ministro de Sanidad? ¿El primer ministro?

Los laboristas aclaran que no están proponiendo la firma de un contrato legal, sino una declaración de intenciones. Pero, en ese caso, ¿con qué base legal se puede reducir, ni que sea una pizca, el tratamiento a recibir como castigo por los incumplimientos? "Que nadie firme nada", recomiendan las asociaciones de usuarios. "La salud pública tiene límites financieros y apreciamos los esfuerzos por instar al público a ser responsable, pero nos oponemos a negar la asistencia a quienes no hagan caso al médico o no puedan o sepan cómo hacer caso, dicen los médicos. "Cambiar los hábitos alimentarios es muy difícil", advierten los expertos.

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