La muerte misericordiosa

La eutanasia tiene que ver con el derecho a morir dignamente, sin sufrimientos insoportables, pero es una muerte asistida, no un suicidio. Dos países, Holanda y Bélgica, han legislado sobre esa práctica médica, y otros, Francia entre ellos, se disponen a hacerlo, presionados por poblaciones mayoritariamente contrarias a un morir indigno de personas.

En España, donde ya es legal la eutanasia pasiva con el nombre de testamento vital -derecho a rechazar tratamientos atroces aunque con ello se precipite la llegada de la muerte-, el 15% de los médicos acepta que, por razones mi...

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La eutanasia tiene que ver con el derecho a morir dignamente, sin sufrimientos insoportables, pero es una muerte asistida, no un suicidio. Dos países, Holanda y Bélgica, han legislado sobre esa práctica médica, y otros, Francia entre ellos, se disponen a hacerlo, presionados por poblaciones mayoritariamente contrarias a un morir indigno de personas.

En España, donde ya es legal la eutanasia pasiva con el nombre de testamento vital -derecho a rechazar tratamientos atroces aunque con ello se precipite la llegada de la muerte-, el 15% de los médicos acepta que, por razones misericordiosas, ha practicado alguna vez la eutanasia.

Pero el reconocimiento legal de la eutanasia encuentra todo tipo de obstáculos, especialmente en sectores eclesiásticos. Por eso, algunos de sus defensores recurren al suicidio para subrayar el valor de ese derecho. Antes que Mireille Jospin lo hizo en España, en 1994, el tetrapléjico Ramón Sampedro, y, aún antes, en 1983, el autor de El cero y el infinito, Arthur Koestler, que se suicidó a los 77 años junto a su esposa Cynthia, de 59. Ambos pertenecían a la asociación Exit.

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