EE UU prepara el día después de la caída de Sadam Husein

Junto al plan militar, que discurre inalterable y paralelo a las inspecciones de la ONU, Washington trata de poner de acuerdo a la variopinta y a menudo enfrentada oposición iraquí ante una eventual caída de Sadam Husein. Del 13 al 15 de diciembre está anunciada una conferencia en Londres, aplazada repetidamente por divergencias básicas: qué personas y grupos deben o pueden participar.

Altos miembros de la Administración de Bush alientan encuentros entre estos opositores para diseñar la base política del día después. Uno de estos grupos de trabajo, creado en septiembre, acaba de produci...

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Junto al plan militar, que discurre inalterable y paralelo a las inspecciones de la ONU, Washington trata de poner de acuerdo a la variopinta y a menudo enfrentada oposición iraquí ante una eventual caída de Sadam Husein. Del 13 al 15 de diciembre está anunciada una conferencia en Londres, aplazada repetidamente por divergencias básicas: qué personas y grupos deben o pueden participar.

Altos miembros de la Administración de Bush alientan encuentros entre estos opositores para diseñar la base política del día después. Uno de estos grupos de trabajo, creado en septiembre, acaba de producir un primer documento de 98 páginas titulado La transición a la democracia en Irak. Apadrinado por el Departamento de Estado y escrito por Kanan Makiya, un prominente opositor según The New York Times, y con el concurso de 32 intelectuales y miembros de la oposición iraquí a los que no cita el diario neyorquino, el texto propone la elaboración de una nueva Constitución, un Irak federal (sin especificar cómo debe funcionar) y un Gobierno provisional de tres años hasta la celebración de elecciones generales. Existen diferencias sobre si se debe juzgar por crímenes a los actuales gobernantes o si el Partido Baaz de Husein debe ser ilegalizado. También hay diferencias sobre quién debe formar parte del Parlamento provisional, el peso del exilio, de los kurdos y shiíes en él.

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La falta de unidad de criterio de estos grupos iraquíes obedece a diferencias entre clanes, enfretamientos históricos y la pugna en el seno de la Administración estadounidense: el vicepresidente Dick Cheney y el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, favorecen al Congreso Nacional Iraquí, el principal grupo de oposición con sede en Londres, y desean que lidere el futuro Gobierno de transición. El Departamento de Estado prefiere implicar a los kurdos del norte y a los intelectuales.

Masud Barzani, líder del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), uno de los principales partidos kurdos en Irak y pieza clave en ese futuro pos-Sadam, rechaza el plan norteamericano de crear una gobernaduría durante tres años antes de permitir una verdadera transición. Barzani, de viaje en Francia, dice que un mandato militar de Washington "es inaceptable". El jefe kurdo también rechaza la posibilidad de que sus hombres luchen junto a las tropas estadounidenses y británicas en una eventual acción militar contra Husein.

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