Un coronel, condenado en Guatemala por el asesinato de una antropóloga en 1990

En medio de una gran expectación y excepcionales medidas de seguridad, un tribunal de Guatemala condenó a 30 años de prisión a un coronel y absolvió a otros dos acusados de ser los autores intelectuales del asesinato de la antropóloga Mirna Mack en septiembre de 1990. En un veredicto ajustado, dos votos contra uno, la sala condenó al coronel retirado Juan Valencia Osorio, de 50 años, ex jefe de Seguridad del Estado Mayor Presidencial (EMP), cuerpo de élite del Ejército que degeneró en policía política encargada de eliminar a los enemigos del régimen y señalado como autor, entre otros, del ases...

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En medio de una gran expectación y excepcionales medidas de seguridad, un tribunal de Guatemala condenó a 30 años de prisión a un coronel y absolvió a otros dos acusados de ser los autores intelectuales del asesinato de la antropóloga Mirna Mack en septiembre de 1990. En un veredicto ajustado, dos votos contra uno, la sala condenó al coronel retirado Juan Valencia Osorio, de 50 años, ex jefe de Seguridad del Estado Mayor Presidencial (EMP), cuerpo de élite del Ejército que degeneró en policía política encargada de eliminar a los enemigos del régimen y señalado como autor, entre otros, del asesinato del obispo Juan Gerardi, en 1996. Un general retirado, Edgar Godoy, jefe del EMP cuando ocurrieron los hechos, y el coronel Juan Oliva, subjefe de esa unidad militar, fueron absueltos.

La sentencia no dejó satisfechas a las partes. 'Es injusto; no sé si apelaré porque después de un fallo como éste es imposible confiar en los tribunales', dijo Valencia. 'No estoy totalmente satisfecha', afirmó Hellen Mack, acusadora particular y hermana de la víctima. El ministro de Defensa, general Marco Tulio Espinoza, fue más lejos: 'Condenar a un inocente también es impunidad'. Diplomáticos europeos y representantes de derechos humanos consideran que el proceso favorece el fin de la impunidad.

Mirna Mack fue asesinada de 27 puñaladas por Noel de Jesús Beteta, un sargento del EMP sentenciado en 1993 a 25 años como autor material. El asesinato siguió el patrón de los crímenes políticos: contaminación de la escena, amenazas a testigos y desaparición de pruebas como estrategia para lograr que los parientes desistan de seguir un proceso. Pero la hermana de la víctima superó todas las humillaciones para lograr justicia.

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