Reportaje:

Cirugía de alta precisión

La Basílica de Loiola reabre sus puertas tras 19 meses de restauración de la cúpula y el pavimento interior

La Basílica de Loyola (Azpeitia), erigida en el siglo XVII en honor a San Ignacio, ha recuperado todo su esplendor tras un largo proceso de restauración que comenzó a finales de los 80 y se dio ayer por finalizado con un acto en el que participó el Orfeón Donostiarra. Técnicos, arquitectos y restauradores han practicado cirugía de alta precisión, durante los últimos 19 meses, en la cúpula interior del edificio, que presentaba serios problemas estructurales y un grado de deterioro y de suciedad importante que la afeaban. El templo, que ha permanecido cerrado estos meses, abre de nuevo sus puert...

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La Basílica de Loyola (Azpeitia), erigida en el siglo XVII en honor a San Ignacio, ha recuperado todo su esplendor tras un largo proceso de restauración que comenzó a finales de los 80 y se dio ayer por finalizado con un acto en el que participó el Orfeón Donostiarra. Técnicos, arquitectos y restauradores han practicado cirugía de alta precisión, durante los últimos 19 meses, en la cúpula interior del edificio, que presentaba serios problemas estructurales y un grado de deterioro y de suciedad importante que la afeaban. El templo, que ha permanecido cerrado estos meses, abre de nuevo sus puertas.

Esta última fase de la restauración -en la que se han invertido 992.000 euros- se planteó en 1997, una vez reforzada la cúpula exterior del edificio y erradicadas las filtraciones de agua que dañaron los conjuntos pictóricos.

La Diputación Foral de Guipúzcoa, propietaria de la casi totalidad del Santuario de Loyola -en el que está integrado la Basílica- , formó un equipo multidisciplinar para desarrollar el anteproyecto. La idea radicaba en mantener la imagen histórica que ha llegado hasta nuestros días. Es decir, la materializada en el siglo XIX por quienes restauraron la bóveda, pero 'documentando de la mejor manera posible el diseño original subyacente, del siglo XVIII', según los arquitectos.

La obra se adjudicó en 2000 a la empresa Conservación de Patrimonio Artístico. Hasta ese momento, los especialistas no supieron cuál era el estado real de conservación de la cúpula por la imposibilidad de acercarse a la superficie del problema. La bóveda se encuentra a una altura de unos 20 pisos y sólo con la colocación de un inmenso andamio pudieron cerciorarse del alcance de la operación. 'Entonces nos dimos cuenta de que existían problemas con una dimensión mayor de la prevista', confesó Enrique Aizpurua, arquitecto director de la obra. 'El estado estructural de la cúpula no era bueno, había grietas inestables con bordes sueltos, sillares partidos...'. Pero el trabajo a pie de obra también dio gratas sorpresas: el estado pictórico de la cúpula no era tan malo como se pensaba. Bastó una limpieza a fondo para descubrir que era exclusivamente la suciedad lo que ocultaba la presencia del 90% del oro original de la cúpula. En el tambor, sin embargo, ocurrió exactamente lo contrario.

El trabajo se centró primero en abordar los problemas estructurales, directamente relacionados con la bóveda exterior, asegurada en 1995. 'Los refuerzos que colocaron no la sujetan, sino que le ayudan a funcionar mejor', señaló Aizpurua, 'porque esta cúpula se mueve, de tal forma que con cada dilatación y con cada contracción se abren y se cierran las grietas'.

Este movimiento no es fruto del paso del tiempo. En 1756, durante la obra de construcción arquitectos y obreros vieron ya cómo se movía la bóveda, según relató Aizpurua. De hecho, en esta última rehabilitación los técnicos han encontrado restos de las juntas iniciales colocadas entonces para rellenar las grietas. ¿Todas las cúpulas se mueven? 'Las que no se caen, no', ironizó el Aizpurua. Y señaló que entre un 80 y un 85% de las cúpulas que se han hecho se han derrumbado. 'En concreto la de Santa Sofía se ha caído un par de veces y la han vuelto a rehacer', dijo.

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Los especialistas que han trabajado en Loyola no han sellado las grietas. 'Hemos dejado un espacio de 3 ó 4 milímetros para que la cúpula pueda seguir funcionando como hasta ahora', explicó el arquitecto. La cúpula destaca aún más dentro de un conjunto totalmente restaurado y con nueva iluminación. El pavimento del templo ha sido sometido a una completa rehabilitación, igual que lo fue años atrás, el pórtico exterior.

El germen de la Basílica de Loyola -de planta circular- se remonta a 1681. Ese año, el General de la Compañía de Jesús, Pablo de Oliva, encargó su construcción al arquitecto romano Carlo Fontana, en honor a San Ignacio, fundador de la orden. La construcción se prolongó dos siglos y concluyó en 1888.

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