Cinco curas acusados de pederastia en EE UU se niegan a ser suspendidos

Los sacerdotes han apelado la decisión al Vaticano

La política de suspensión de los sacerdotes pederastas que adoptó hace tres semanas la Conferencia Episcopal de Estados Unidos estaba en teoría destinada a cerrar el nefasto capítulo de abusos sexuales, pero en la práctica ha abierto las puertas a la rebelión de los acusados, que dicen sentirse privados de sus derechos procesales. Al menos cinco sacerdotes han apelado su suspensión profesional al Vaticano aduciendo que la nueva normativa viola el derecho canónico y les penaliza doblemente.

La reforma aprobada en Dallas por 239 votos a 13 estableció 'tolerancia cero' con los acusados de ...

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La política de suspensión de los sacerdotes pederastas que adoptó hace tres semanas la Conferencia Episcopal de Estados Unidos estaba en teoría destinada a cerrar el nefasto capítulo de abusos sexuales, pero en la práctica ha abierto las puertas a la rebelión de los acusados, que dicen sentirse privados de sus derechos procesales. Al menos cinco sacerdotes han apelado su suspensión profesional al Vaticano aduciendo que la nueva normativa viola el derecho canónico y les penaliza doblemente.

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La reforma aprobada en Dallas por 239 votos a 13 estableció 'tolerancia cero' con los acusados de pederastia en el pasado, presente y futuro. Eso implica la suspensión automática en todos los casos y en algunos la expulsión, dependiendo de la gravedad y de la verificación de las alegaciones.

Al menos 30 sacerdotes fueron separados de sus funciones al día siguiente de la clausura de la Conferencia Episcopal, el 14 de junio. La mayoría ya llevaban años 'castigados' en destinos administrativos sin contacto con feligreses, pero también hay acusados a los que nunca se les pudieron probar los abusos, y otros, supuestamente rehabilitados, que habían vuelto a sus ministerios. A las dos últimas categorías pertenecen los cinco que se niegan a ser suspendidos de nuevo.

La rebelión la encabeza John Calicott. Ha admitido 'incidentes sexuales' con dos niños en 1976, pero afirma que le parece injusto que le vuelvan a suspender después de que los psicólogos certificaran en 1995 su aptitud para regresar al ministerio. 'Se han olvidado de que existen derechos procesales. Los obispos actuaron en Dallas presionados por la opinión pública y aprobaron una reforma repleta de fallos'.

Las quejas de los sacerdotes han suscitado reacciones muy distintas entre las víctimas, el clero y el panel de laicos que va a supervisar la aplicación de la ' tolerancia cero', liderado por el gobernador de Oklahoma, Frank A. Keating, quien ha enviado un mensaje a los cinco: 'Antes de quejarse deben pensar si realmente abusaron de niños. Si no lo han hecho deben pelear hasta las entrañas de la Tierra, pero si son culpables y están apelando por cuestiones técnicas legales, lo que no tienen es vergüenza'. El fiscal eclesiástico William Woestman cree que la apelación de las suspensiones puede tener eco en el Vaticano. La Santa Sede, señala, 'les podría respaldar y anular parte de la reforma de Dallas'. Y Mark Serrano, de la Red de Sobrevivientes de Abuso del Clero, advierte que la postura adoptada por 'los cinco' refleja las disparidades con que se está aplicando la nueva normativa y sus lagunas.

La resistencia de algunos obispos tiene que ver con la imprecisa definición de abuso sexual en el documento de Dallas, excepto para casos obvios. El obispo de Cincinnati, por ejemplo, se niega a revelar los nombres de cuatro acusados porque no sabe si sus ofensas constituyen pederastia.

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