VISTO / OÍDO

Franco entra en la Armada

No sé para qué querrán en el Museo Naval la estatua ecuestre de un general de Infantería que terminó muy mal; pero este donativo que ha aceptado de la ciudad de Ferrol repara una situación histórica, aunque tarde. Si la Armada hubiera aceptado el ingreso de Franco mozo, no hubiera tenido que ir a parar a Infantería. Pienso que si le hubieran aceptado habría cambiado el destino de España. No habría olfateado la sangre africana; ni hubiera conocido a Millán Astray, el general demediado, con el que fundó la Legión. Tal vez le hubieran destinado a una comandancia de marina lejana. Hay divertidos h...

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No sé para qué querrán en el Museo Naval la estatua ecuestre de un general de Infantería que terminó muy mal; pero este donativo que ha aceptado de la ciudad de Ferrol repara una situación histórica, aunque tarde. Si la Armada hubiera aceptado el ingreso de Franco mozo, no hubiera tenido que ir a parar a Infantería. Pienso que si le hubieran aceptado habría cambiado el destino de España. No habría olfateado la sangre africana; ni hubiera conocido a Millán Astray, el general demediado, con el que fundó la Legión. Tal vez le hubieran destinado a una comandancia de marina lejana. Hay divertidos historiadores que creen que una pequeña anécdota puede cambiar el destino del mundo, y otros no menos divertidos que están seguros de que hay una predeterminación que hace que finalmente todo sea igual. Entonces, sólo habría cambiado el decapitador de la República y de los republicanos, Sanjurjo, o Mola, y los cuarenta años hubieran tenido el mismo cariz. Otros, en cambio, caen en la seguridad de que la ucronía ni merece la pena estudiarse, porque los cambios son ilimitados.

Imaginemos que sin Franco y sus manos de Lady Macbeth hubieran perdido la guerra los fachas, los nazis no hubieran lanzado la suya y hubieran sido invadidos por la URSS, y el mundo fuera hoy comunista... O que el comunismo hubiera tenido otras variaciones, o hubiera sucumbido a un régimen libertario. Es verdad: no merece la pena ni siquiera eliminar el azar. Lo que hay es esto. Ayer veía en la televisión, en la verdadera vida, la estatua de la Thatcher decapitada por un director de teatro, de los que creen hacer realidad con la ficción; la de Franco, encajonada como los toros camino de la plaza; y la de Pinochet sonriente, renunciando a ser senador vitalicio porque ya no le hace falta para la cochina inmunidad (la que quieren los soldados americanos para civilizar la barbarie); se enlaza todo en la mente de un viejo demagogo, el recuerdo de la Thatcher visitando a Pinochet, el Pinochet con su capa draculesca en el entierro de Franco... Como en la escena de la apoteosis del Tenorio, la noche de las estatuas: cuando todos se condenan excepto el sinvergüenza. ¿Será eso todo? ¿Es facha el destino, la providencia, el cielo?

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