Columna

Lo civil

Me preocupa la historia de ese juez que, tras declarar inconstitucional el juramento de lealtad a EE UU porque incluye la frase 'somos una nación protegida por Dios' (lo cual no casa con la aconfesionalidad del Estado), tuvo que dejar en suspenso su propio dictamen por la presión de la sociedad norteamericana, cada día más recocida en el jugo de su miedo y más reaccionaria.

Esta trifulca tiene más importancia de la que parece. En primer lugar, gracias a ella nos hemos enterado de que todos los niños estadounidenses empiezan el día con un juramento como ése, lo cual tiene bemoles; pero e...

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Me preocupa la historia de ese juez que, tras declarar inconstitucional el juramento de lealtad a EE UU porque incluye la frase 'somos una nación protegida por Dios' (lo cual no casa con la aconfesionalidad del Estado), tuvo que dejar en suspenso su propio dictamen por la presión de la sociedad norteamericana, cada día más recocida en el jugo de su miedo y más reaccionaria.

Esta trifulca tiene más importancia de la que parece. En primer lugar, gracias a ella nos hemos enterado de que todos los niños estadounidenses empiezan el día con un juramento como ése, lo cual tiene bemoles; pero es que, además, el asunto se inscribe dentro de uno de los frentes de batalla más importantes del siglo XXI: el del conflicto entre los fundamentalistas religiosos y la sociedad civil. Lo que se dirime es el origen mismo de la legalidad, si la autoridad viene de un batiburrillo de dioses que se excluyen los unos a los otros, o del libre consenso entre los humanos; y de una u otra opción se derivan la tiranía o la democracia. Es una guerra a muerte: el 11-S no fue sino uno de sus combates. ¿Y cómo vamos a exigir que los fanáticos islámicos separen la ley civil del dogma si ni siquiera nosotros somos de verdad capaces de hacerlo?

En el fragor de esta larga pelea, la bicha ultramontana levanta la cabeza y no sólo en el mundo musulmán. La Casa de las Ciencias es un museo de A Coruña que otorga un premio de investigación para alumnos de ESO. Esta temporada lo ha ganado un chico de 13 años de un pueblo de Ourense con un trabajo titulado: '¿Por qué no se estropea el pan bendecido en la fiesta del Padre Eterno de Quintela de Humoso?'. Según la tradición, las roscas pasadas por el manto de la imagen pueden ser colgadas al aire sin que cojan hongos nunca jamás. El chico estudió el tema del modo más científico; colocó roscas benditas y sin bendecir en placas de Petri y las controló durante dos meses; y llegó a la conclusión de que ambos tipos de panes se estropeaban igual. Este riguroso trabajo le hizo ganar el premio, pero, desde que salió en el periódico hace unos días, el chico está aterrorizado: los vecinos le insultan y le prometen un 'castigo de Dios'. ¿Que son incidentes menudos? Pues sí, pero el todo se compone de estas pizcas.

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